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El consumo de vino se desinfla y rompe la estabilidad pospandemia 

El consumo de vino no remonta. Los datos del verano demostraban una cierta estabilización del consumo, pero como todo en aquella época del año, ha terminado siendo un espejismo provocado por las ganas de disfrute y los días de fiesta de la población. Con la llegada de septiembre, la primera ola de realidad golpeó al sector vitivinícola, pero este octubre ya es definitivo: la tasa anual de consumo de vino cae un 3,2% respecto al año pasado. El golpe, sin embargo, no solo lo está recibiendo el mundo del vino, sino que en general todas las bebidas alcohólicas caen. Las causas que exponen los expertos son variadas: cambios de tendencia, mayor conciencia sobre la nocividad del alcohol, búsqueda de una vida más saludable, problemas financieros… Todas las teorías, sin embargo, llegan al mismo puerto; los jóvenes son los máximos exponentes de esta caída, una generación que el sector vitivinícola afirma que ya no está interesada en el vino y, según parece, podría no estarlo nunca.

El dato interanual a octubre de 2025 (noviembre 2024 a octubre 2025), se cierra con una caída de la estimación de consumo nacional de vino del -3,2% respecto al interanual a octubre de 2024, situándose en 9,48 millones de hectolitros (hl). Es decir, se redujo en 317.750 hl. Esta es la principal conclusión del último informe de la Interprofesional del Vino. En primera instancia parece que la situación estaba controlada en el estado español, ya que desde noviembre de 2022, esta estimación de consumo se mantenía entre los 9,5/9,9 millones de hl. Ahora bien, este último dato cae por debajo de estas cifras, lo que podría estar denotando un nuevo decrecimiento más pronunciado para los próximos meses. Según el mismo informe, no se salva ningún color de vino, ni siquiera los blancos, los elaborados del sector de moda. En concreto, se redujo un -0,6% la estimación de consumo de tintos y rosados, hasta situarse en 5,6 millones de hl, que suponen 35.337 hl menos que en el interanual a octubre de 2024. La estimación de consumo de los vinos blancos, por su parte, se redujo un -6,8%, hasta situarse en 3,85 millones de hl, que suponen 282.413 hl menos.

Brindando con vino espumoso | Pixabay

Más allá de las caídas, los datos también son preocupantes en términos máximos, ya que el estado español es uno de los países productores de vino europeos donde menos se consume. Portugal, Francia e Italia suelen liderar las listas de consumo de vino por cápita en países productores de vino en Europa, con cifras que varían según el año, pero rondando los 40-55 litros anuales para los primeros. En los últimos datos publicados, Portugal ronda los 55 litros por persona al año, Italia llega hasta los 45 litros por persona y Francia se queda en unos 35 litros por persona cada año. Mientras tanto, el estado español se encuentra el último de los países productores tradicionales de Europa, con un total de 24 litros por persona al año. Aunque aún supera a países como el Reino Unido, la realidad es que para ser un país que percibe el vino como un elemento clave de su cultura, hay muy poca tradición entre los consumidores españoles.

El mundo reniega del alcohol

La tendencia mundial confirma que el alcohol no está de moda. De esta manera, no es solo un problema que tiene el mundo vitivinícola, sino que todas las bebidas alcohólicas están enfrentando esta crisis. No obstante, las teorías sobre esta demonización del alcohol son diferentes. Por un lado, el sector vitivinícola confirma que hay una cierta tendencia hacia la vida healthy, estas personas que tienen un gran culto al cuerpo y son abstemios, una moda que evidentemente no encaja con el vino, aunque se intente constantemente introducirlo como un elemento de la dieta Mediterránea. También el mismo mundo de los vinos culpa a los jóvenes y reconoce que su desinterés por la bebida está repercutiendo en la caída del consumo. Sin embargo, el último estudio de consumidores IWSR Bevtrac determina que la causa principal de la caída del consumo y la compra de bebidas alcohólicas es la crisis económica silenciosa que se vive. De esta manera, el estudio confirma que ha habido un reajuste del orden de prioridades de los compradores y el mercado de bebidas alcohólicas ha quedado en última posición, sin entrar en la categoría de necesidades básicas y sin hacer diferencias entre bebidas. Esta tendencia típica de un mercado en crisis comenzó con la pandemia y aún se arrastra, aunque se ven mejoras.

Según el estudio, realizado en 15 mercados clave en septiembre de 2025, la población sigue priorizando el gasto en necesidades básicas -como alimentación y cuidado personal- por delante de las bebidas alcohólicas, en un contexto marcado por la presión económica e inflacionaria. La investigación muestra una clara desconexión: mientras la confianza financiera evoluciona positivamente respecto al año anterior en nueve mercados, las presiones persisten, especialmente en las Américas y en Europa. “La confianza financiera está mejorando en mercados como el Reino Unido, los Estados Unidos y España, pero de momento esta mejora no se ha traducido en un impulso positivo en el gasto en TBA (bebidas alcohólicas totales)”, explican los analistas en un comunicado remitido a Vadevi. En definitiva, los consumidores españoles están preparados para comprar vino y tienen los recursos para hacerlo, pero según parece han perdido la motivación.

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