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El vino catalán desconfía de las promesas del acuerdo con Mercosur

El acuerdo del Mercosur -el pacto comercial entre la Unión Europea y países como Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay- no fue aceptado con los brazos abiertos dentro del sector agroalimentario. La eliminación de aranceles a algunos países productores de bovino, aves y arroz al otro lado del océano Atlántico provocó las quejas de los agricultores, que ya muy afectados por la competencia desleal con las importaciones agroalimentarias, recordaron que si se tensaba más la cuerda, todo el sector podría estar en peligro. Esta realidad, sin embargo, se vivió desde un punto de vista muy diferente en el sector vitivinícola. Desde el gobierno español se anunciaba el acuerdo como un beneficio para las exportaciones de vino al extranjero y también una oportunidad para diversificar los mercados donde vender los productos elaborados. Meses después de la aprobación y sin un texto legal acordado, las bodegas europeas recordaban hace una semana a la Comisión Europea que aún se debía trabajar para cumplir estas promesas. Con los aranceles de Trump en el horizonte y la necesidad de ampliar el negocio a otros países, expertos y bodegas reconocen que el pacto del Mercosur podría ser una buena oportunidad, pero algunos también desafían la opinión gubernamental, afirmando que no es para tanto.

«No hemos encontrado una mina de oro», afirma Jordi Portillo, director general y fundador de la empresa distribuidora de vinos españoles en todo el mundo, Big5. El experto asegura que aunque siempre es una buena noticia la eliminación de aranceles a algunos posibles compradores de vino catalán y español, los volúmenes que podrán llegar a comprar no son especialmente grandes. En este sentido, Portillo destaca que incluso dentro del Mercosur habrá países que no tendrán intención de comprar vinos catalanes por el mismo motivo que tampoco lo harán con otros sectores como el bovino, ya que son países productores del mismo producto: «La Argentina ya es un país que elabora vino, por lo tanto, no es precisamente un objetivo», describe el fundador de Big5. Por la misma razón menciona que tanto Uruguay como Paraguay son países muy pequeños que si compran vino catalán, no será en gran volumen: «Nos queda Brasil y las compras en este país podrían suponer solo un 2% del total», remarca Portillo, quien añade que aunque «el país sea atractivo para el sector vitivinícola» no se convertirá en el comprador más grande.

Las cifras catalanas de exportaciones dan la razón a Portillo. Según los datos del Idescat, en 2024 los cuatro mercados que conforman el Mercosur compraron 3,36 millones de kilogramos de vino, una cifra que no entra en el pódium de las exportaciones encabezadas por los Estados Unidos con 16,8 millones de kilogramos. A escala de facturación la situación es similar, el Mercosur aglutina un total de 9,2 millones de euros, también incomparable con los 77,6 millones que se facturaron en 2024 en exportaciones a Estados Unidos. Así pues, es evidente que estas ventas podrían aumentar una vez se eliminen los aranceles, pero las oportunidades de mercado en otras direcciones continúan siendo más potentes y, en el caso de perder ventas en Estados Unidos por aranceles, «no sé hasta qué punto el Mercosur implicaría un gran cambio por su poco volumen», reflexiona el fundador de Big5. No obstante, repite que la diversificación «siempre es necesaria», sobre todo en el contexto actual de incertidumbre: «El mundo del vino está muy mal y Trump ha creado una gran preocupación añadida», reflexiona Portillo.

En el momento de la aprobación del acuerdo en 2024, el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Luis Planas se llenaba la boca de las oportunidades de negocio que habría con el Mercosur en el sector de los vinos. “Actualmente, se aplican aranceles de hasta el 35% a los vinos de la Unión Europea que entran en los países de Mercosur, aranceles que se eliminarán progresivamente”, explicaba en rueda de prensa la autoridad. Es evidente que los vinos podrían salir victoriosos del pacto, y aunque sean de los pocos que lo vivirían con entusiasmo dentro del gremio agroalimentario, son un gran filón por su prestigio nacional e internacional. «Aquí ya nos va bien el Mercosur», insiste Francesc Reguant, presidente de la Comisión de Economía Agroalimentaria del Colegio de Economistas de Cataluña. El experto -a diferencia de Portillo- cree que el acuerdo facilitaría las cosas a un sector que se muere de ganas por encontrar nuevas líneas de actuación, sobre todo después de que un gran comprador como Estados Unidos se plantee dificultar la entrada de estos productos en sus tiendas.

La incertidumbre de los pequeños productores

Diversificación de mercado por la preocupación ante las amenazas de Trump parece ser el principal motor que mueve a las bodegas europeas a exigir rapidez en el texto legal del acuerdo del Mercosur. Estos son conflictos que comparten las bodegas en general sea cual sea su tamaño. Aun así, Portillo afirma que los pequeños productores son los que menos presente pueden tener los países del Mercosur como posible comprador. De hecho, Jordi Bort, director general de Llopart asegura a este diario que aunque parece una buena medida, no les afecta directamente. Bort forma parte de este grupo de bodegas pequeñas y medianas, la gran mayoría en el caso de Cataluña, que según el fundador de Big5, «se les hará más difícil entrar en este mercado». Para el experto, es evidente que sin los aranceles el costo será menor, pero «enviar muestras y hacer contactos sigue siendo complicado». Es por eso, que el distribuidor corrobora que muchas bodegas como la que dirige Bort se encontrarían en esta situación en la que realmente por mucho que se agilice el acuerdo «continuará siendo muy caro para ellos», lamenta.

Donald Trump, presidente de los Estados Unidos
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos

Diversificar para vencer

Las declaraciones y las amenazas de Trump no han hecho otra cosa que acentuar la sensación de inestabilidad que vive el mercado global del vino. Aunque aún no se ha materializado ninguna decisión oficial sobre nuevos aranceles a los vinos europeos, el simple hecho de que el magnate norteamericano vuelva a tener opciones de ocupar la Casa Blanca ha generado nerviosismo entre los exportadores. En este contexto, los productores catalanes miran de reojo los mercados emergentes y exploran alternativas para esquivar posibles pérdidas. De hecho, muchas bodegas han admitido en los medios de comunicación durante los últimos meses que hay que empezar a sembrar hoy si queremos tener mercados alternativos consolidados mañana, en referencia a la necesidad de buscar nuevos socios comerciales fuera del tradicional eje europeo y norteamericano.

Es precisamente por este motivo que el acuerdo del Mercosur se ve ahora con mejores ojos que nunca dentro del mundo vitivinícola. «El sector quiere acelerar la diversificación de negocio por miedo a la decisión de Trump», especifica Reguant. Aunque las reservas de algunos sectores agrícolas que temen la competencia sudamericana, para los elaboradores de vino puede ser una oportunidad para ganar cuota de mercado en economías con creciente poder adquisitivo y una cultura vinícola en alza. De esta manera, la incertidumbre política y comercial internacional vuelve a poner sobre la mesa una vieja receta: diversificar para sobrevivir.

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