El sector vitivinícola mundial vive un momento muy tenso. La caída del consumo y los constantes cambios de tendencia hacia una vida más saludable no le hacen ningún favor a un mundo que desde hace años reivindica su papel clave en la alimentación. Al parecer, el vino que antes no podía faltar en las mesas de prácticamente cualquier hogar, ahora se ha convertido en un enemigo. Aunque todavía hay una gran distancia entre el vino y los destilados u otras bebidas alcohólicas, la realidad es que cada vez son más las personas que prefieren dejar el consumo de alcohol por completo. Para combatir esta huida de los consumidores, diversos expertos y científicos alineados con la causa han realizado encuestas y publicado datos en todo el planeta para intentar demostrar que el vino, en consumo moderado, puede incluso ser beneficioso.

La última noticia de actualidad sobre este tema es la retirada de un informe de consumo de alcohol y salud en los Estados Unidos. Este estudio debía ser una parte troncal para la nueva Guía Alimentaria del país para el 2025-2030, pero ya en el borrador recibió una avalancha de críticas por dejar fuera del recopilatorio de datos muchos informes que hablaban del consumo de vino moderado y sus efectos positivos en la salud. En concreto, el informe inicial omitía conclusiones clave recogidas en el trabajo independiente de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NASEM), titulado Review of Evidence on Alcohol and Health (2025), que no aprueban endurecer las recomendaciones dietéticas actuales y reconocen los posibles beneficios del consumo moderado de vino en la salud. La retirada de este informe ha servido para dar un nuevo toque de atención al sector y demuestra que, aunque las cifras evidencian el buen papel que desempeña el vino en una dieta equilibrada, todavía hay mucho escepticismo en torno a esta cuestión.

La decisión de no publicar el estudio ha dividido a la comunidad científica norteamericana, ya que algunos defienden dar todos los datos posibles para que los consumidores hagan una elección consciente, mientras otros aseguran que recomendar beber vino puede provocar más casos de alcoholismo. Desde FIVIN, la plataforma española en defensa del consumo moderado de vino, reconocen que es necesaria la explicación real de todos los parámetros y la demostración con datos de que el vino en moderación no es nocivo. “No se trata de recomendar que alguien comience a beber si no lo hacía, sino de reconocer que, en quienes disfrutan del vino con responsabilidad, puede haber beneficios para la salud”, recuerda el Dr. Ramon Estruch, presidente de la entidad.

Copa de vino | Pexels

La ciencia no engaña

El informe NASEM -uno de los muchos que reconoce los beneficios del vino-, elaborado por un comité de expertos independientes y con el apoyo de más de una década de estudios, pone sobre la mesa un debate recurrente: el papel del vino en la salud cuando se consume con moderación. Según este trabajo, el consumo moderado de vino, entendido como hasta dos copas al día en el caso de los hombres y una en el caso de las mujeres, se asocia a beneficios que han sido documentados de manera consistente en diferentes investigaciones. Entre estos beneficios destacan un menor riesgo de mortalidad general respecto a la abstinencia total, así como una reducción notable del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, incluyendo infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares no mortales. En paralelo, los expertos remarcan que no hay una evidencia sólida que vincule este consumo moderado con un mayor riesgo de deterioro cognitivo o de demencia, aspecto a menudo señalado en debates públicos sobre el alcohol.

Ahora bien, el mismo estudio no oculta que también puede haber riesgos asociados al consumo de vino, y por ello insiste en que la clave se encuentra en la moderación. A pesar de estos posibles riesgos, el comité concluye que no hay fundamentos científicos suficientemente sólidos que justifiquen endurecer las recomendaciones actuales. Esto significa que, más allá de la polémica, la recomendación principal es sencilla: el vino puede formar parte de un estilo de vida saludable siempre que se consuma con responsabilidad y dentro de un patrón equilibrado de alimentación y actividad física. En esta línea se expresa también el Dr. Estruch cuando recuerda que «la evidencia más reciente muestra que el consumo moderado de vino puede tener efectos protectores sobre la salud cardiovascular. Se trata de integrar el vino dentro de una alimentación saludable y un estilo de vida activo».

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