La construcción de una identidad para el vino catalán lleva años siendo el principal motor de la producción vitivinícola en el territorio. Tanto es así que mientras solo alrededor del 40% de los consumidores catalanes beben vino catalán, en el exterior se afanan por mejorar su gran oferta en supermercados, restaurantes y tiendas especializadas. El último informe de Acció destacaba que prácticamente el 80% del vino que se produce en Cataluña se exporta, una cifra gloriosa para muchas bodegas que ponen el foco en el crecimiento de la identidad catalana en todo el mundo. Aunque los últimos años no han sido benévolos con el vino catalán, hay un claro ganador que parece ser ajeno a los conflictos medioambientales. Los espumosos vuelven a escalar en la lista de los mejor valorados en el mundo, convirtiéndose así en la única clase de producto vitivinícola catalán en aumentar su valor, mientras su volumen continúa cayendo. Los últimos datos recogidos en el Idescat por Vadevi demuestran cómo caen las exportaciones de vino, tanto en volumen como en precio en todo el sector menos los espumosos. Estos últimos han conseguido facturar durante los seis primeros meses del año 266,9 millones de euros, una cifra casi siete millones más alta que la del mismo período del año pasado, donde se quedaron en los 260 millones.
«Corpinnat es la respuesta a la búsqueda de nuestra identidad», explicaba Marcel Sabaté i Coca, gerente de Sabaté i Coca en una entrevista a este diario. Lejos de ser unas declaraciones sin recorrido, Sabaté i Coca ponía sobre la mesa todo lo que los elaboradores de espumosos buscan en su producción: ser conocidos. La certeza de que el producto y su procedencia tienen cierto valor es una de las pocas maneras de asegurar las ventas, sobre todo en el exterior. En este sentido, competir en un mundo como el de la vitivinicultura acaba siendo complicado, pero bajo una marca que identifiquen los compradores puede ser una tarea mucho más sencilla. Parece, pues, que los espumosos catalanes han calcado a la perfección este concepto y mientras el mundo entero cae en exportaciones de vino, ellos también venden menos, pero con un valor mucho más alto. La evidencia de esto se encuentra en los datos, ya que los primeros seis meses del 2024, Cataluña ha facturado un total de 430,3 millones de euros en exportaciones de vino. Un año atrás, esta cifra rondaba los 437 millones de euros, lo que indica que las ventas han caído. En cuanto al volumen exportado también ha habido menos kilogramos, situándose en los 137,3 millones de kg, casi 20 millones menos que en el mismo período del 2023.
Los espumosos son los elegidos para liderar la lucha identitaria del vino catalán y no precisamente por los catalanes, sino por el exterior. Los datos del Idescat demuestran que continúa cayendo el volumen exportado año tras año, pero el valor del espumoso aumenta. Los resultados de estos primeros seis meses del año han asegurado la supervivencia de la bebida y aunque el volumen ha caído casi 10 millones de kilogramos -como en todas partes- su valor ha subido hasta los 266,9 millones de euros. La realidad, pues, es que esta bebida destinada a los postres tiene una lucha incansable por su desestacionalización. La última cata organizada por la DO Cava, demostraba otra vez que los espumosos pueden aglutinar más cuota de mercado y actualmente, los países importadores parecen estar de acuerdo con ellos.
Ahora bien, los datos desglosados denotan muchas diferencias entre espumosos, blancos y tintos. De hecho, los dos primeros grupos también han perdido ventas en el exterior y han exportado menos kilos que en los seis primeros meses del 2023. En concreto, se han exportado un total de 5,2 millones de kilogramos de vino embotellado blanco, por valor de 22,3 millones de euros. En cambio, el año pasado, se exportaron unos 20 millones más de kilogramos, que facturaron alrededor de 27,4 millones de euros. Si parecía que este año sería el año de los blancos y varias encuestas a la población los colocaban como el aclamado producto vitivinícola a consumir debido a su ligereza, parece que aún no se han hecho un lugar lo suficientemente importante en el mercado exterior. Los vinos tintos, que han corrido la misma suerte, también se han quedado por debajo de las cifras del 2023. En este caso, se ha exportado un total de 38,8 millones de kilogramos por un valor de 148,7 millones de euros, unos ocho millones por debajo de lo que se consiguió en 2023.
La mención de honor al Bag in Box
Si bien es cierto que el gran ganador es el vino espumoso, es necesario tener en cuenta también el aumento en valor, pero también en volumen del Bag in Box. Esta innovadora técnica, de la cual solo se recogen los datos de exportación desde el 2017, parece que cada vez toma más fuerza en el exterior. Este año, ha aumentado el volumen hasta los 2 millones de kilogramos exportados, mientras que en 2023, solo llegaba a los 1,7 millones. En referencia al precio de este empaquetado también ha crecido hasta llegar a los 4,8 millones de euros en los seis primeros meses del 2024, mientras que en el mismo período del 2023 se quedó en los 4,5 millones de euros.

Los países más fieles al vino catalán
Las cifras de exportaciones generales, a pesar de caer, no dejan de ser todo un éxito para las bodegas. De esta manera, los productores demuestran que no solo tienen fieles en Cataluña sino que sus botellas cruzan océanos. El ranking de países con clara tendencia a comprar vinos catalanes tiene de todo. Es por eso que, en términos generales, se puede reflexionar sobre la idea de que los productos vitivinícolas catalanes gustan a todo el mundo. Como primer e insuperable comprador principal están los Estados Unidos. En estos primeros seis meses del 2024, el país ha comprado vino catalán por un valor total de 54,8 millones de euros, una cifra inferior a la del año pasado, pero significativa. La segunda y tercera posición se la llevan el Reino Unido y Bélgica, con un total de 49,9 millones de euros y 40,9 millones de euros respectivamente.
Entre los 10 países que más compran vino catalán se encuentra también Japón, en sexta posición, un mercado que parece ya bastante consolidado con unas ventas este 2024 por valor de 25,9 millones de euros. Este es uno de los países en el radar de las Denominaciones de Origen catalanas desde hace años. De hecho, Japón comenzó a despertar cierto interés a partir del 2015, donde duplicó de manera repentina sus importaciones de vino catalán. Además, el país también tiene su propio salón de vinos, el Wine & Gourmet Japan que se celebra en Tokio y se está convirtiendo en un destino clave para algunas bodegas catalanas.