Los vinos catalanes ganan cada vez más valor a pesar de la evolución feroz del mercado mundial. Los cambios de tendencias, las nuevas tecnologías y el ya más que comentado cambio climático han creado el caldo de cultivo perfecto para que el sector vinícola de Cataluña se vea obligado a reforzar su identidad. Hasta hace poco, quien hacía vino era una eminencia, pero hoy día, infinidad de bodegas en todo el mundo hacen eco de sus capacidades de crear este producto. Por este mismo hecho y junto con la caída del consumo del vino, el valor del trabajo de las bodegas ha ido disminuyendo poco a poco. Cataluña, aunque no es ajena a esta percepción social del vino, ha logrado posicionarse como un país con un sector vinícola de calidad, una identidad que actualmente, se está convirtiendo en el aliado clave para la resiliencia del sector.
En un contexto de sequía extrema y de cambios en las tendencias de consumo, la Institución Catalana de Estudios Agrarios (ICEA) recuerda la importancia de poner sobre la mesa las cualidades únicas del vino catalán. Mientras otros países apuestan por aumentar el volumen de sus producciones y convierten el vino en un producto cotidiano, los catalanes permanecen en el camino de la búsqueda de la excelencia. Tal como anuncia en un estudio la ICEA, «reforzar la identidad, la tradición y el carácter de los vinos es lo que los diferenciará de otros lugares del Estado y del mundo». Así pues, recuerdan que el trabajo de la docena de Denominaciones de Origen catalanas de vinos y espumosos logra, sin duda, el reconocimiento internacional que Cataluña se merece.
El sector vinícola catalán ya es bastante famoso en el extranjero, pero aún tiene un largo camino por recorrer para seguir ganando cuota de mercado. En este sentido, el estudio destaca la necesidad de orientar los vinos catalanes hacia «un producto de alto valor y no de bajo coste». En otras palabras, continuar ampliando su público para atraer a las nuevas generaciones, pero manteniendo siempre la etiqueta de producto de gran calidad. Sin embargo, teniendo en cuenta que el mercado no siempre busca productos gourmet, que por norma general tienen un coste más elevado, la institución también propone el desarrollo de nuevos productos que amplíen aún más el número de consumidores de vinos catalanes: «Vinos sin o con bajo contenido de alcohol, vinos refrescantes, para combinaciones, nuevos envases…», explica la ICEA.
Entre las diferentes propuestas que el estudio de la entidad reconoce como claves esenciales para la conservación de la identidad de los vinos catalanes está la conservación de las variedades autóctonas. De hecho, muchas bodegas juegan con ventaja en este ámbito, ya que desde siempre han trabajado con productos de proximidad y no con variedades foráneas, que según la ICEA, «necesitan más agua para su desarrollo». No obstante, en una situación o el cambio climático será el encargado de dictar las predicciones meteorológicas de los próximos años, la entidad aconseja volver a las raíces y dejar las variedades foráneas para los foráneos. «Se debe reafirmar el futuro en la utilización de variedades autóctonas adaptadas a las nuevas condiciones climáticas«, anuncian desde la institución, desde donde también añaden que estas variedades deberán ir acompañadas de nuevas creaciones de proximidad que «sean resistentes a la sequía y a las enfermedades fúngicas».

El protagonismo de los espumosos
En los últimos datos de exportaciones que publicó el Idescat se puede comprobar cómo los espumosos son los productos del sector con más éxito en el extranjero. De hecho, el mismo estudio de la ICEA reconoce que dos terceras partes de la viticultura se destinan a la producción de espumosos, sobre todo de cava. No obstante, la entidad también repite que al igual que los vinos, estas bebidas necesitan más rasgos identitarios para ser reconocidos como una marca de valor añadido dentro y fuera del territorio. Sin embargo, la misma institución manifiesta que la separación de las marcas que engloban los espumosos catalanes «crea confusión en los consumidores«. Por este motivo, insisten en buscar puntos en común y «más unidad en el sector», aunque no necesariamente tiene que ir ligado a una unificación de las marcas, pero sí a una hoja de ruta similar.
Además, la institución también recomienda que se priorice la difusión de los espumosos más singulares. De esta manera argumentan que es necesario poner énfasis en el valor del producto y no tanto en el volumen. En muchos casos, la exportación de los espumosos se relaciona con el volumen de botellas y no tanto en su valor, una situación que la entidad destaca que es necesario evitar y repite la necesidad de «una promoción más diferenciada», donde los espumosos únicos y de alto valor pasen por delante de aquellos de gran volumen y «de precios más asequibles para una parte de los consumidores».
El giro hacia el cultivo ecológico y sostenible
La producción ecológica y sostenible ha demostrado ser un método eficaz para demostrar que el producto catalán es de calidad. Actualmente, más de la mitad (51%) de los viñedos catalanes ya trabajan con una producción ecológica que prioriza el cuidado del medio ambiente y de las mismas plantas. Para la ICEA, continuar avanzando en esta clase de producción no solo es el «mecanismo de diferenciación de los vinos catalanes», sino que también contribuye a «la mejora de la sostenibilidad, la biodiversidad y la salud de las personas«. El suelo catalán donde se cultivan los viñedos se está degradando y el uso de químicos y otros métodos poco respetuosos con la naturaleza lo dañan aún más. Precisamente debido a esta situación, muchas bodegas han tenido la necesidad de usar nuevos sistemas de cultivo más ecológicos. En esta línea, el estudio de la institución confirma, de acuerdo con lo que dictaminarán las normativas europeas en un futuro, que «en un clima seco y de escasas precipitaciones es más fácil la conservación de los viñedos ecológicos».
