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La incertidumbre mundial afecta al valor del vino catalán en el extranjero

El vino catalán, históricamente vinculado a la tradición, la calidad y la exportación, vive un momento delicado. Los datos de los primeros seis meses de 2025 muestran una contracción significativa de las exportaciones, especialmente en volumen, que sitúa a Cataluña entre los territorios más castigados del Estado. Parece que los aranceles de Trump y la incertidumbre que han provocado no han dejado indiferentes a los consumidores de todo el mundo, que aunque continúan valorando los vinos catalanes como uno de los mejores a nivel estatal, empiezan a dejar de comprarlos. El sector vitivinícola catalán ya ha sido muy castigado por la caída del consumo en el interior del mismo país, pero parecía que fuera de Cataluña todavía se veían los vinos catalanes como un producto de lujo y prestigio. Sin que esta deje de ser la realidad actual, los consumidores han reducido las compras de este producto tan ligado a la tradición y la cultura. Una situación que aprieta a agricultores y bodegueros y abre aún más dudas sobre el futuro del sector en el exterior.

Mientras el estado español en conjunto redujo un 1,8% el volumen y un 1% el valor de las exportaciones vitivinícolas, Cataluña sufrió una caída mucho más pronunciada, con una caída del 12,6% en litros y del 3,5% en facturación. Así lo confirman los datos del último informe de la Interprofesional del Vino, desde donde se alerta de la tendencia decreciente que están experimentando todos los territorios del Estado que lideran las ventas. En concreto, Cataluña ocupa la quinta posición en exportaciones con 76,6 millones de litros, pero registra la pérdida más grande del Estado: 11,1 millones de litros menos que en el mismo periodo de 2024, es decir, un retroceso del 12,6%. Una situación que se explica por la reducción de compras en el principal importador de vinos catalanes, Estados Unidos; y también por la caída de ventas en otros lugares de Europa que habían sido grandes consumidores, como por ejemplo Alemania.

Aunque el volumen es preocupante, la principal tensión la genera la caída en valor. Según el informe de la entidad española, Cataluña sigue siendo el segundo territorio con más exportaciones de valor, con 280,9 millones de euros en el primer semestre del año, solo detrás de Castilla-La Mancha, pero ha sido la segunda región que más ha reducido su facturación, con 10,2 millones de euros menos que el año anterior. Solo La Rioja, con una caída de 14,2 millones, supera estas cifras negativas. No es ningún secreto que Cataluña apuesta por el valor antes que por el volumen cuando se habla de vino. De hecho, la estrategia catalana siempre ha sido luchar por hacerse un lugar en los segmentos premium y mantiene un precio medio mucho más alto, de 3,67 €/litro (+10,4%). Por este motivo, los datos de facturación son un jarro de agua fría para los catalanes, más que para otras regiones.

En concreto, Castilla-La Mancha -territorio con mayor cifra de facturación- es considerado un territorio de vinos de mesa, con un gran volumen de ventas que tracciona los pocos elaborados premium que tienen. Esta estabilidad que tiene Castilla-La Mancha es más complicada en Cataluña, ya que con el constante trabajo de revalorización en el extranjero, los vinos catalanes han pasado a competir con los franceses o con los italianos, ligas muy grandes donde la competencia es muy feroz. Si bien es cierto que tanto los franceses como los italianos también ven sus ventas al extranjero caer en picado, son mercados mucho más consolidados en algunos países.

Diversas copas de vino en la Barcelona Wine Week | Foto: ACN

El efecto de las políticas de Trump

Cataluña ha jugado durante muchos años a ser el vino preferido de los estadounidenses, compitiendo muy de cerca con Italia, Francia y también otras regiones españolas. Para muchas bodegas, llegar al gigante americano era una meta importante que ahora se ha convertido en una pesadilla. La realidad de jugárselo todo a la carta norteamericana ha demostrado no ser la mejor elección y, aunque hay muchas empresas catalanas que ya tienen varios nuevos mercados, la caída en Estados Unidos marca un antes y un después que se ve traducido en las cifras. Así pues, por un lado, el mercado norteamericano, tradicionalmente uno de los más rentables para el vino catalán, ha estado marcado por aranceles y por un cambio de tendencias en el consumo, con un interés creciente por los vinos locales impuesto por las políticas arancelarias de Donald Trump. Y por otro lado, China, que había sido un mercado emergente, también muestra signos de saturación, lo que la descarta como buena opción a corto plazo.

Ecología y nuevos horizontes de diversificación

La caída de las exportaciones -especialmente en valor- ha encendido todas las alarmas y pone sobre la mesa el debate de cómo mantener el relato de calidad y autenticidad en un mercado que ya no solo premia la excelencia, sino también la competitividad y los grandes volúmenes. El sector sabe que la innovación y la ecología, ya sea con variedades ancestrales recuperadas o con nuevos vinos de altura, son imprescindibles, pero las dudas de si estas armas pioneras serán suficientes para paliar todo el conflicto que ha creado Trump con sus aranceles y la incertidumbre general sobre el consumo de vino en el mundo se mantienen. Ante este contexto, la necesidad de encontrar nuevos horizontes de acción se encuentra a la orden del día. Es por eso que el acuerdo con el Mercosur ha sido leído como una ventana más que como una solución, una oportunidad para diversificar y empezar a deshacer el nudo de la dependencia de Estados Unidos. Una vez más, Cataluña busca la diversificación de negocio y nuevas puertas de entrada a países diferentes, donde haya una oportunidad de tener compradores, sin renunciar a los precios altos.

En definitiva, el vino catalán se encuentra en una encrucijada que marcará su futuro inmediato y también su papel en el mundo. La caída en volumen y en valor de las exportaciones evidencia que la apuesta por la calidad, por sí sola, ya no es suficiente para sostener un sector que compite en un mercado global cada vez más exigente y cambiante. Los aranceles norteamericanos y la saturación de algunos mercados emergentes han acelerado una crisis que obliga a redefinir estrategias y a replantear el camino recorrido hasta ahora. Tal como concluye el informe español, Cataluña mantiene el liderazgo, pero mientras los aranceles de Trump mantengan al mundo conteniendo la respiración, las exportaciones irán a la baja, una situación que sin nuevos mercados donde encontrar consumidores, tocará de lleno la salud del sector vitivinícola catalán.

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