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Leo Gramona: «No hacemos vinos pensando en lo que le gusta a la gente, hacemos el vino que creemos»

El Penedès es tierra de vinos y la bodega Gramona Batlle es una representación gráfica de ello. Situada en Sant Sadurní d’Anoia, esta empresa familiar con más de 100 años de historia y seis generaciones es el ejemplo perfecto de una familia bien avenida. Creadores de la marca colectiva europea Corpinnat -junto con otras cinco bodegas- y grandes defensores del cultivo ecológico, continúan apuntando alto. Los primos Leo Gramona, responsable de mercado, y Roc Gramona, director técnico, se sientan con Vadevi para hablar del futuro de la empresa que ahora lideran, pero también de todo su legado. En uno de los viñedos más cercanos a la bodega, ambos directivos recuerdan su infancia rodeada de uvas y ponen sobre la mesa las necesidades de innovar y mejorar en un sector donde la competencia y las dificultades no dejan de aumentar. Reflexionan sobre sus tradiciones y reconocen que, a pesar de las reticencias iniciales, continuar con la saga familiar ha sido, sin duda, una de las mejores decisiones que han tomado jamás.

¿Qué significa para ustedes trabajar en una empresa familiar con más de un siglo de historia?

Roc Gramona: No es fácil llegar hasta aquí, con un legado de seis generaciones y más de 100 años de historia. No empecé a sentir la responsabilidad que suponía liderar una empresa hasta que me encontré en esa posición y en ese momento me dio un poco de vértigo. Soy una persona que no suele evaluar los riesgos de las decisiones que tomo y desde que tomamos la dirección he empezado a hacerlo. Cuando te encuentras al frente ves que no solo es nuestra familia, sino que son muchas familias que trabajan aquí y debes tener cuidado con lo que haces. Se debe respetar todo el legado en el que se ha trabajado, pero al mismo tiempo es importante tomar decisiones que no son fáciles ni democráticas por el bien de la empresa, algo que a veces la gente no entiende.

Leo Gramona: Todas las generaciones en una empresa transgeneracional deben poner su granito de arena, porque si no la bodega se acaba estancando y la historia no evoluciona. Ahora que lo veo en perspectiva, llegamos en 2018, pero hemos vivido una Covid, guerras, crisis varias… Después de la muerte de mi padre ha habido una transición. Es en ese momento cuando Roc y yo asumimos más responsabilidad e incluso su padre, que ahora es el presidente, da un paso atrás y confía en que no hundiremos la empresa. Para mí, el valor se encuentra en el equilibrio. Hacer cosas nuevas, pero también entender el peso de la historia, porque al final no es solo lo que han hecho los padres, también lo que han hecho los abuelos y lo que ha hecho el sector en general. No vamos solos en este camino.

¿Siempre han querido trabajar en la bodega familiar?

LG: No (ríe).

RG: Yo sí. Cuando era pequeño sabía que quería ser enólogo. He vivido en Sant Sadurní d’Anoia siempre y esto es parte de mi vida. Desde que teníamos dos, tres años íbamos al viñedo, a la bodega, a beber mosto, a pisar uvas… Siempre he sabido que quería trabajar en el sector, lo que no tenía claro era si quería hacerlo en esta empresa. He podido convivir con mi abuelo, con mi padre, y no es fácil. Entonces, sí que me he planteado no trabajar en Gramona, pero sí en la industria.

LG: A mí siempre me ha dado mucho vértigo trabajar con mi padre, sobre todo, porque lo veía desde pequeño. Con mi padre nos queríamos mucho y siempre acabábamos abrazados, pero también discutíamos mucho. Yo estudié ingeniería y quería irme lejos. Y la verdad es que cuando regresé, el padre de Roc nos llevó al desierto del Sahara y nos dijo: Chicos, ¿qué queréis hacer? Siempre le he agradecido mucho ese toque de atención porque me dio la oportunidad de trabajar con mi padre y han sido unos años que han sido un tesoro, un regalo, sinceramente. Menos mal que lo hicimos.

¿Es complicado trabajar con la familia?

LG: Tiene sus buenos y malos momentos, supongo.

RG: Sí, es muy complicado. Aquí en Sant Sadurní d’Anoia cuesta mucho que continúen las sagas y que no haya rupturas familiares. Hay empresas que cada generación se ha escindido y ahora son cinco bodegas con el mismo apellido. Creo que la gran dificultad es no llegar a este punto. A pesar de las complicaciones que supone trabajar en familia, nosotros hemos hecho lo que hacía falta, hemos tragado el orgullo y hemos sabido gestionar nuestras emociones para que esto no sucediera. Dentro del sector, somos de las pocas empresas que podemos sentirnos orgullosos de haber llegado a este punto. Cuando el foco es más amplio, donde te observan y tienes más responsabilidad no solo dentro de casa sino fuera, es más difícil renunciar a tragarte esa parte de orgullo y continuar por un bien colectivo y no solo un bien individual. Hasta ahora no veía realmente que fuera positivo para nada, porque me llevaba los problemas a casa, pero ahora sí que estoy comenzando a ver que es gratificante y único.

Imagen de la entrevista a Leo Gramona y Roc Gramona, sexta generación de la bodega Gramona Batlle / Mireia Comas
Imagen de la entrevista a Leo Gramona y Roc Gramona, sexta generación de la bodega Gramona Batlle / Mireia Comas

¿Cuáles son los granitos de arena que han podido aportar a Gramona?

LG: Debemos entender que la crianza media de los espumosos de Gramona es de seis años y medio. Es decir, nosotros hacemos un vino y una vez cosechada la uva, hasta mucho tiempo después no saldrá al mercado. Entonces, es difícil medir un impacto en un negocio en el cual hay un ciclo de producto tan largo. De todas formas, hemos hecho muchas cosas.

RG: Sí, pero al final los cambios que hemos comenzado desde que hemos podido formar parte de la dirección de la empresa aún no han salido a la luz. Creo que en otros casos, o en otros tipos de vinos, habría cambios más visibles, pero de momento nos queremos esperar. Parece que vamos lentos o que no hacemos nada, pero yo creo que es una apariencia, porque realmente se están haciendo cosas muy bonitas.

¿Cuáles son esas novedades de las que hablan?

RG: Ahora creo que somos más precisos en cómo trabajamos el viñedo. Nos estamos adaptando mucho más a la realidad climática que tenemos. Antes éramos más optimistas con las prácticas y pensábamos que solo con lo que hacíamos saldríamos adelante y ahora vemos que tenemos que diseñar y adecuar todo esto a esta nueva realidad que estos años nos ha explotado de manera espectacular. Planteamos las cosas de manera diferente. Intentamos aprovechar al máximo el agua posible, eliminar las variedades foráneas o destinarlas a zonas de más altitud, continuamos apostando por el cultivo biodinámico, una idea que se implementó hace años, pero todo siempre con cabeza y poco a poco. No debemos correr. Si corremos solo porque queremos ser novedad o queremos ser noticia nos equivocaremos.

LG: El mundo va hacia aquí. El cambio climático, evidentemente, condiciona mucho, y aún nos fuerza a ir más rápido hacia este nuevo mundo donde las variedades mejor adaptadas triunfarán. Es muy importante entender el porqué de los suelos, cómo trabajarlos, los diseños de plantación… Todo esto son mensajes bastante complejos de explicar a un consumidor final. Nosotros nos marcamos el objetivo de continuar haciendo vino de la mejor calidad, independientemente de que la climatología sea mucho más extrema y que tenga ciclos mucho más largos.

¿Creen que esto implicará un cambio en el consumidor?

LG: El consumidor ya ha cambiado. La gente tiende a un lujo más sobrio, menos ostentoso. Gramona siempre ha sido una marca clásica en línea con esta trayectoria. Tendemos a esta simplicidad en el lujo explicando muy bien por qué hacemos lo que hacemos y de dónde venimos. Esto al final también condiciona los pequeños cambios que vamos introduciendo ahora en el mercado.

El cambio climático ha despertado la necesidad de tener mucho más cuidado del medio ambiente y ha puesto sobre la mesa el cultivo ecológico. ¿Creen que esto es el futuro?

RG: En el Penedès, la viticultura ecológica la hemos asumido como algo imprescindible, no es el futuro, sino el presente. En la DO Penedès todos los vinos serán ecológicos en 2025. Nosotros hacemos ecológicos desde 2011 y creo que este es el camino sin duda. Ahora bien, la sostenibilidad no solo está en el viñedo. Relacionado con lo que decía Leo de la sobriedad, en los diseños y embalajes estamos intentando usar todos los materiales reciclables, aplicando una sostenibilidad mucho más táctil y mucho más práctica que el consumidor pueda percibir. Cuidamos tanto los materiales como el diseño de la botella que te llega a casa. Además, también tenemos diferentes certificados: ISO9000, ISO14000… Esta es nuestra manera de autoauditarse y saber en qué podemos mejorar.

LG: La nueva climatología ha venido para quedarse y condicionará el mundo del vino y la viticultura. Por eso debemos prepararnos y evidentemente comenzar a optimizar recursos. Esto significa, pues, entender que los rendimientos serán más bajos. Nosotros ya tenemos contadas las botellas que venderemos los próximos seis años.

Entrevista a Leo y Roc Gramona, sexta generación de la bodega Gramona Batlle / Mireia Comas
Entrevista a Leo y Roc Gramona, sexta generación de la bodega Gramona Batlle / Mireia Comas

Han hablado de variedades autóctonas y de reivindicar el territorio. Estos conceptos están muy ligados a la marca colectiva Corpinnat, que ustedes crearon. ¿Por qué?

LG: Corpinnat nació de discusiones sobre la apuesta por la calidad entre las bodegas que la fundaron. Después de muchos años reuniéndose y reflexionando, en abril de 2018, mi padre (Gramona), Recaredo, Sabaté i Coca y más tarde Llopart, Nadal y Torelló creamos Corpinnat y al mismo tiempo dejamos la DO Cava.

RG: En ese momento el rumbo del Cava no era el correcto para nosotros, porque no era una DO donde se pudiera hablar de territorio. No fue una decisión política como se dice, sino simplemente que queríamos hablar de territorio. Somos del Penedès, somos de la cuenca histórica del Penedès, la cuna del Cava, del espumoso. Por eso quisimos hacer esta diferenciación. Al principio solo se trataba de priorizar, es decir, queríamos decir de dónde veníamos y dar unos mínimos cualitativos que considerábamos que se debían cumplir. Por nada del mundo se quería salir de Cava, se quería hacer como una marca de garantía que complementara la DO. Tenía que ser un movimiento integrador, pero se convirtió en una ruptura.

¿Creen que el sector se está desvinculando de la DO Cava?

RG: El Cava ha continuado tendiendo a hacer prácticas que hablan muy poco de territorio. Por ejemplo, te permiten usar variedades no autorizadas, aumentar rendimientos de prensa y usar plantaciones que no están dentro de la misma DO. Entonces, muchos productores del Penedès se han desencantado mucho del Cava. Pienso que veremos cambios pronto porque muchas bodegas no han tolerado que se haya desviado el rumbo de esta manera.

¿Qué quiere decir?

RG: Han virado hacia la producción de volumen y este cambio de rumbo ha provocado un cierto desequilibrio. No es una decisión negativa, es un modelo y debemos respetarlo, pero ha creado desavenencias. Por eso, ahora más que nunca veo que la decisión que tomamos, que inicialmente fue muy difícil, fue la adecuada. Hasta ahora no estaba seguro, pensaba que éramos demasiado egoístas, que no teníamos en consideración al resto de la gente. Ahora he visto que, si no tiras por la recta, si no rompes los huevos, no puedes hacer la tortilla.

LG: Egoístas no hemos sido Roc.

RG: Yo tenía esa sensación. El sector nos decía que lo éramos.

¿El sector los tildó de egoístas?

RG: Más bien de poco solidarios.

¿Y ahora qué?

LG: Nos siguen señalando, pero…

RG: Pero van viniendo (ríe).

LG: El Cava tiene un modelo que no sé si a muy largo plazo es sostenible, sobre todo porque hay una cierta desconexión entre la viticultura y la elaboración. También en cuanto al consumidor, tiene un público muy internacional, muchas exportaciones, pero una percepción por parte del cliente internacional no necesariamente cualitativa al lado de un Champagne o un Prosecco. Nosotros hace más de un siglo que elaboramos espumoso y esto es una tradición que pasa de padres a hijos. Gramona tiene todos los ingredientes para competir contra todos los vinos de gran calidad. Corpinnat ha sido un movimiento que hemos hecho por el sector y por la tierra, y que ahora comenzamos a recoger resultados, no en Gramona, sino en el territorio. Así y todo, debo añadir que creo que con la nueva legislación del Cava, donde quieren intentar clasificar los terruños, está bien. No es suficiente, pero va en la buena dirección.

Los primos Leo y Roc Gramona, sexta generación de la bodega Gramona Batlle / Mireia Comas
Los primos Leo y Roc Gramona, sexta generación de la bodega Gramona Batlle / Mireia Comas

Hablemos de mercados. ¿Cómo es la relación con el mercado español, sobre todo años después del boicot al Cava?

LG: Uf. Con nosotros bien, porque al final somos apolíticos. Aun así, somos de donde somos, y eso es innegable. Si no somos parte de la cultura catalana, no sé qué somos. Nosotros hacemos vino, un producto que existe para hacer feliz al consumidor. Y la gente quiere ser feliz aquí, en Madrid y en todas partes. Cuando haces las cosas bien y las haces con convicción, el cliente ve un poco más allá del ímpetu político del momento. Nosotros no hemos sufrido mucho con Carod-Rovira y el boicot. La frase que nos dice nuestro distribuidor en Madrid siempre es la misma: No, no, el Cava bueno… pero Gramona es Gramona.

¿La política estatal y las tensiones influyen en las ventas?

LG: La política española es muy complicada, muy compleja. Los italianos lo están haciendo mucho mejor, por ejemplo. No es por desviar la atención, pero el Prosecco triunfa mucho más que el Cava porque en cualquier ciudad hay 100 restaurantes italianos y tienen una comunidad brutal. Son los cracks de la moda, del aceite de oliva -cuando realmente lo hacemos nosotros- y el vino; que no necesariamente es el mejor, pero es bueno y lo saben vender. Coches deportivos, Dolce & Gabbana… Ellos no venden un producto, venden La Dolce Vita. En España los catalanes son los catalanes, los vascos son los vascos, pero después, cada vez que hay un terremoto político, cuesta mucho que se cree una cultura que vaya de la mano a nivel internacional.

RG: Resumiendo, los vinos que buscan un valor añadido y expresar un territorio son menos sensibles a condiciones políticas. El consumidor al que nos dirigimos es capaz de diferenciar una cosa de la otra. Aquí hemos hecho un buen trabajo y también tenemos la suerte de que estamos en este segmento y no estamos en un segmento más de consumo. Los vinos de consumo sí que son mucho más sensibles.

¿Habla de bodegas que venden grandes cantidades de vino?

RG: Sí, estos son más susceptibles. Al final, si vas a volumen, cualquier declaración política puede perjudicar, porque te vincula con una región. Nosotros aquí tenemos la suerte de que somos relativamente pequeños y nos afecta menos.

Los vinos espumosos tienen dos obsesiones: escapar de los postres y atraer al público joven. ¿Están de acuerdo con estas dos líneas de acción del sector?

RG: Al público joven no debemos darle la espalda, pero en casa es complicado diseñar un producto para jóvenes, porque va muy asociado al precio y a la accesibilidad. Nuestra razón de ser a veces choca muy frontalmente con cuáles son los condicionantes para que la gente joven beba vino. También es verdad que aunque la juventud bebe menos, busca más información sobre lo que está bebiendo. Por tanto, aquí nuestro objetivo, o nuestra guerra, es acceder a este público demostrando el compromiso con la sostenibilidad.

Ahora bien, debemos ser cuidadosos, porque Gramona es Gramona y no podemos perder el enfoque de lo que hacemos. No buscamos hacer este perfil de vinos, porque lamentablemente no podríamos estar hablando de territorio, ya que serían vinos más dulces con más azúcar, menos carbono y, evidentemente, menos crianza. Aun así, dentro del proyecto tenemos algunos vinos que son más fáciles de ver, más accesibles. Los vinos tranquilos Gramona son el ejemplo de esta tendencia.

LG: Hay que entender que todo consumidor de vino siempre realiza un aprendizaje. Es como el niño pequeño que empieza y no le gusta la Coca-Cola, y después solo quiere eso. También empezamos que no nos gusta el café y más adelante lo tomamos. El consumidor de vino tiene una curva de aprendizaje que comienza por vinos seguramente más dulces, más afrutados, más aromáticos, y más tarde -una vez va perfilando lo que le gusta- busca un estilo más serio. Gramona se encuentra en esta última fase. No podemos pretender ir al que está comenzando a beber con una botella de Gramona. Primero, porque le duele el bolsillo, y después porque es un producto aspiracional. Nosotros no hacemos vinos pensando en este consumidor, hacemos vinos por convicción, por el territorio, para contar una historia, un legado… No hacemos vinos pensando en lo que le gusta a la gente, hacemos el vino que creemos; y tocamos madera para que guste. Los vinos que son más accesibles los hacemos por diversión, no para buscar más público.

Imagen de la entrevista a los primos Leo y Roc Gramona, de la bodega Gramona Batlle / Mireia Comas
Imagen de la entrevista a los primos Leo y Roc Gramona, de la bodega Gramona Batlle / Mireia Comas

¿Y salir de los postres qué?

RG: Es otro objetivo, pero cuesta mucho. Aún existe esta mentalidad, sobre todo en Navidad, de que los postres se acompañan con un cava brut. Aun así, lo conseguiremos, de hecho, ya lo estamos consiguiendo. Cada vez veo más mesas almorzando y cenando con un espumoso. Incluso te diría que está de moda, si bebes espumoso eres tendencia. Al final, los maridajes con productos con menos azúcar tienden a no funcionar bien con los postres, por lo tanto, la gente cambiará y buscarán armonías mucho más lógicas en los primeros y segundos platos. En Cataluña tenemos grandes vinos rancios y dulces que pueden ir muy bien. No es necesario que sean espumosos.

LG: Yo bebo espumoso en todas partes sea seco o no.

¿Pueden elegir su espumoso preferido?

LG: III lustros.

RG: Sí, yo también diría III lustros. No es el más caro, ni el más barato, ni es del que hacemos más botellas, pero es el que más representa nuestro ADN. Es el vino de nuestro paraje histórico, Font Jui, elaborado con Xarel·lo y Macabeo; 70-30, 80-20, 60-40, depende de la añada, y siempre dominando el Xarel·lo. Representa sobre todo la manera de hacer de Gramona y nuestro legado. Pones una copa de III lustros y sabes que es del Penedès. Esto es lo que nos hace sentir más orgullosos de casa.

LG: Además, es un vino que no hemos hecho nosotros, podríamos haber dicho un vino nuestro o incluso alguno que aún no ha salido. Pero, el III lustros es uno de esos vinos que es legado y a pesar de que han cambiado muchas cosas…

RG: ¡El III lustros no se toca!

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