Los amantes del vino que residen en uno de los territorios vinícolas más importantes de nuestro país, como es el Penedès, ya conocen y han visitado a Fran Ortiz y Laura Herrera, propietarios del Mil novecientos, el bar de vinos de Sant Sadurní d’Anoia. En el año 2019, la pareja decidió emprender la aventura de abrir su propio bar de vinos porque deseaban que hubiera un bar en Sant Sadurní donde se pudieran degustar diferentes vinos de calidad.
En ese momento iniciaron su primer proyecto en común en un local justo al lado de las Chocolates Simón Coll, un edificio del mil novecientos. Precisamente, de esta proximidad a un edificio emblemático surgió el nombre de su bar, aunque un año más tarde se vieron obligados a detener su actividad debido a la pandemia. En ese momento su oferta gastronómica no les permitía hacer servicio a domicilio y, por lo tanto, tuvieron que cerrar. No obstante, debido a esa parada en seco tuvieron la oportunidad de replantear diferentes aspectos del negocio y uno de ellos fue la ubicación.
El nuevo local lo inauguraron hace cosa de unos cuatro años y está situado en la calle Pi Margall, 4 del mismo municipio. Ortiz reconoce en una conversación con Vadevi, que les costó mucho ubicarse en este nuevo espacio, ya que había «diferencias con el anterior local». Sin embargo, poco a poco «se fueron apropiando de él», y ahora ven que «es mucho mejor el local», sobre todo por su ubicación.
Actualmente, cuentan con una carta de vinos de aproximadamente unas 400 referencias donde intentan combinar tanto los productores locales -ya que se encuentran en un territorio totalmente involucrado en el sector vinícola- como también diferentes regiones mundiales que ellos consideran «míticas». Además, desde que están en la nueva ubicación, Ortiz confiesa que les es «mucho más funcional la parte de tienda». Todas las botellas que tienen en el local tienen un precio de mercado, pero a la vez son su propia carta de vinos y pueden abrir cualquier botella con un suplemento por apertura, lo que suma muchos más productos a su ya amplia carta de vinos por copas.

En el ámbito gastronómico, al inicio del proyecto solo se limitaban a servir platos fríos, diferentes embutidos o quesos, pasando por su conocida sobrasada hasta potenciar la comida enlatada y demostrar al público final que muchas veces puede sorprender mucho. Actualmente, debido al aumento de la demanda de sus clientes han ampliado la carta y se pueden encontrar platos mucho más elaborados como albóndigas o estofado de ternera. Sin embargo, los propietarios explican que su punto fuerte continúa siendo el horario de vermuts y previas de cenas.
La pareja compagina el Mil novecientos con sus respectivos trabajos que ya realizaban antes de iniciar el proyecto familiar. Ortiz lleva la parte comercial de la bodega Maria Rigol Ordi y, por lo tanto, su trabajo principal está muy relacionado con el sector vitivinícola. Herrera, en cambio, trabaja en una gestoría, nada que ver con el mundo del vino.
Nuevo ciclo de cenas maridaje
El pasado mes de noviembre inauguraron una nueva actividad en el local, que consiste en un ciclo de cenas maridaje, donde entran en juego diferentes bodegas de la comarca y de comarcas vecinas. En la primera cena contaron con la participación de Agustí Torelló, enólogo de AT Roca, y Anaïs Manobens, propietaria de la bodega Maria Rigol Ordi. El ciclo continuará hacia el mes de febrero con la participación de Martí Torrallardona, propietario de La Fita – Vins Personals y de Albert López, propietario de la bodega Esteve i Gibert.
Unos ciclos de cenas maridaje que consistirán en degustar seis vinos de cada una de las bodegas que hace la presentación acompañados de seis tapas elaboradas por el Mil novecientos y un segundo a elegir de carne o pescado para completar la comida. Todos ellos pensados hasta el último detalle para el maridaje con los vinos de cada bodega.