Que las tendencias de los vinos en el mercado catalán van cambiando es un hecho, y uno de estos cambios lo encontramos en los vinos blancos. Es frecuente y cada vez más habitual que el consumidor final busque productos diferentes. Y lo cierto es que no es extraño encontrar en las cartas de los restaurantes un capítulo dirigido a los llamados orange wines, que son vinos blancos con carácter y alma de tintos. Productos con los cuales los elaboradores buscan recuperar una de las técnicas enológicas más utilizadas por sus antepasados.

Un orange wine o un blanco brisado no pide nada más que trabajar una uva blanca como si se tratara de una uva negra, es decir, haciendo una maceración y fermentación con las pieles. Esto nos aporta a menudo vinos con más estructura y algo más astringentes. Visualmente, además, encontraremos más intensidad de color respecto a vinos más pálidos.

El gran debate lo tenemos servido al determinar si son exactamente lo mismo los vinos blancos brisados que los orange wines. Mientras que una parte de los entendidos comentan que la diferencia está en el tiempo de maceración con las pieles, y creen que un orange pide más tiempo de contacto, la otra parte considera que son exactamente lo mismo y que es una simple cuestión de nomenclaturas. Una de estas voces, es Pili Sanmartín.

Pili Sanmartín, en una imagen reciente | Foto: cedida

«Dar valor a una técnica perdida», dice Pili Sanmartín

«Para mí los vinos blancos brisados y los orange wines son lo mismo, es una simple cuestión de nomenclaturas», comparte la gandesana de la bodega Bàrbara Forès. Ella, confiesa, solo utiliza el concepto orange cuando tiene que explicar sus vinos blancos en el extranjero. «Cuando hablamos de vinos tintos nadie nos pregunta cuánto tiempo dejamos el vino macerando con las pieles por denominarlos de una manera u otra, aquí para mí tendría que ser igual». En todo caso, por Sanmartín los brisados son mucho más que un estilo de vino, porque «permiten dar valor a una técnica perdida».

Desde la bodega Bàrbara Fores, en la región de la Terra Alta, Pili Sanmartín creó su gama Vins en moviment. «Tengo la gran suerte que me dejaron un rincón de casa, al estilo habitación personal de la Virginia Woolf» para dar vida a su proyecto más personal, donde busca llevar al extremo las suyas inquietudes para elaborar vinos de manera lo más diferente posible.

Botella número 2 de los ‘Vinos en movimiento’ | Foto: cedida

Un macabeo brisado

Uno de estos vinos llevados al extremo es el número 2 (toda la línea son números del 0 al 3 y la letra A), un macabeo que trabaja haciendo una maceración con las pieles durante 3-4 meses. Ya es diferente solo por el simple hecho que es poco habitual encontrar monovarietales de macabeo en la zona de la Terra Alta, y lo empieza a elaborar para desmentir que la macabeo es solo «una variedad para hacer volumen y mezclas», que es lo que siempre le habían dicho en su casa, y encuentra que con una maceración con las pieles conseguirá encontrar el estilo idóneo para hacer un «monovarietal con personalidad«.

El número 2 de Vins En Moviment es, según la autora, «un vino muy libre que está entre mar y montaña, puesto que es un vino que transporta mucho hacia el mar, pero en el punto donde el bosque llega al mar, porque tiene muchos toques marinos, pero a la vez tienen mucha presencia los balsàmicos del bosque«.

Tenemos el debate servido: tenemos que decir blancos brisados o orange wines? Sea como fuere, en lo que seguro coincidiremos es que estamos ante unos vinos con carácter y personalidad propia que muy seguro que no os dejarán indiferentes.

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