El vino es una parte esencial de la cultura, historia y tradición catalana. Beber vino es más antiguo que la Sagrada Familia, el Arco de Triunfo de Barcelona o la Basílica de Santa María de Vilafranca del Penedès. Esta última data del siglo XIII y se alza en la Plaza Jaume I, junto a un espacio que, aunque no tan antiguo, es el hogar de los objetos más curiosos, antiguos y bien conservados que se tienen desde hace años del sector vitivinícola. El VINSEUM es la joya de la corona de Vilafranca y se podría decir también de Cataluña. Lejos de ser un monumento que aglutina cientos de turistas, es un espacio didáctico, con muchas actividades culturales y exposiciones que ponen el vino y su historia en el orden del día. Numerosas instituciones lo han coronado como el mejor museo del vino de Europa y, en algunos casos, del mundo. Sus interminables salas, historias y objetos lo convierten en uno de los espacios más emblemáticos de la ciudad.

El VINSEUM tiene unas nuevas instalaciones con 3.000 metros cuadrados de exposición y más de 2.000 piezas expuestas. El museo pone en el centro las colecciones, porque -tal como afirman desde la institución- “las piezas son lo que nos hace diferentes”. Este respeto por el patrimonio material se acompaña de un relato museográfico moderno e innovador que explica las culturas del vino en Cataluña con una mirada transversal, emocional y participativa.

Un espacio de encuentro premiado

No es ningún secreto que el VINSEUM ha atraído muchas miradas durante los años. De esta manera, diversas instituciones han ido confirmando el atractivo de sus exposiciones y han valorado sus piezas únicas a través de premios, galardones y felicitaciones. Recientemente, el museo del vino catalán ha sido reconocido con el Premio al Mejor Museo del Vino 2024 por Intervitis, un galardón internacional que confirma la excelencia de este proyecto museográfico tanto por su valor expositivo como por su capacidad de conectar con el público. Es, sin duda, uno de los logros más importantes para este espacio de Vilafranca, ya que consolida la posición del museo entre los más destacados de Europa. También Cataluña reconoce la originalidad del museo. De hecho, según explican desde la entidad, están pendientes de solo un trámite administrativo de la Generalitat para ser considerados Museo de Interés Nacional. Esta calificación se consigue gracias a la singularidad de la propuesta museográfica, el valor único del patrimonio que preserva y difunde, y la voluntad de promover las culturas del vino en clave nacional. Paralelamente, la Taberna del VINSEUM ha ganado el premio al mejor wine bar del concurso catalán CATAVI, ya que lo reconocen como un lugar de encuentro y degustación. Abierto hasta la noche, permite disfrutar por copas de los vinos de todas las DO catalanas, y da voz y presencia a toda la diversidad vinícola del territorio. Es un lugar para compartir, pensar, brindar y amar aún más el vino catalán.

Una de las exposiciones del interior del VINSEUM, en Vilafranca del Penedès / Cedida
Una de las exposiciones del interior del VINSEUM, en Vilafranca del Penedès / Cedida

El VINSEUM no es solo un museo: es también un espacio vivo y plural que acoge actividades culturales constantes, ciclos de catas, exposiciones temporales y festivales como el Most (Festival Internacional de Cine del Vino) o el VilaPensa (Festival del Pensamiento). Además, su centro de documentación especializado es referente en el ámbito de la investigación vinícola. «Este museo es mucho más que un escaparate de la cultura del vino, aporta valor añadido», aseguran desde la entidad. La realidad es que entender la historia, la tierra, la cultura y la gente que hay detrás de una botella, ayuda a ver el vino como no solo un líquido, sino una experiencia transformadora. En este sentido, el VINSEUM completa esta reflexión y permite a los visitantes analizar, reflexionar y saber mucho más sobre el sector vitivinícola catalán. Este museo de Vilafranca del Penedès se convierte en el gran referente cultural del vino en Cataluña. Una reapertura que no solo recupera un museo, sino que celebra el vino como cultura, identidad y futuro.

Tres grandes exposiciones permanentes

El VINSEUM presenta esta nueva etapa con tres exposiciones permanentes que demuestran cómo el vino ha sido uno de los sectores más potentes de Cataluña a lo largo de los siglos. La primera, llamada La plaza del vino, se encuentra en la planta baja del edificio. Es de acceso libre y se considera el espacio de bienvenida del museo. Su función principal es introducir en la actualidad del sector en Cataluña. Esta exposición es una declaración de intenciones: el vino catalán es vivo, diverso y moderno. Se presenta como una gran ágora vinícola, un punto de encuentro donde los visitantes pueden descubrir:

  • Un mapping interactivo sobre un mapa 3D de Cataluña que muestra la gran variedad de climas, suelos, paisajes y vinos del país.
  • Doce pantallas interactivas, proyecciones 3D y una gran bota gigante con audiovisuales inmersivos.
  • La emblemática prensa monumental de 1831 y el mural de Pau Boada (1960), auténtico símbolo de la viticultura catalana.

Las raíces es la segunda exposición que presenta el VINSEUM y lo hace esta vez desde el sótano. En este espacio el visitante puede hacer un viaje a los orígenes del museo, pero también a la historia de la comarca del Penedès, conocida mundialmente como uno de los territorios vitivinícolas más antiguos de Cataluña. Esta exposición transporta a los asistentes a 16 millones de años atrás hasta los inicios del territorio penedesense. Es una inmersión profunda en la historia del museo y de la región, a través de:

  • 15 vitrinas con objetos de todas las épocas que narran la evolución histórica y cultural del Penedès.
  • Pantallas táctiles para explorar digitalmente las colecciones del museo.
  • Un audiovisual que invita a reflexionar sobre el papel de los museos hoy.
Imagen del VINSEUM, el museo del vino de Vilafranca del Penedès / Cedida
Imagen del VINSEUM, el museo del vino de Vilafranca del Penedès / Cedida

La última exposición permanente del VINSEUM se llama Las culturas del vino de Cataluña. Ubicado en las plantas 1, 2 y 3 del nuevo edificio, este recorrido es considerado la exposición principal y despliega cuatro grandes ámbitos temáticos, cada uno con piezas, audiovisuales y relatos diferenciados que buscan conocer el vino con una mirada holística y transversal. Está dividido en cuatro ámbitos diferentes:

  • Ámbito 1: Donde todo comienza: Trata el cultivo de la vid, desde las semillas más antiguas encontradas en Cataluña hasta las prácticas agrícolas modernas. Incluye herramientas, utensilios, carros, y muestra la importancia del trabajo campesino y especialmente de las mujeres en el mundo rural.
  • Ámbito 2: La bodega: Explica la transformación de la uva en vino, con especial atención a la elaboración, la ciencia enológica, el cava y los oficios relacionados. Incluye una espectacular colección de prensas y recipiendaria tradicional.
  • Ámbito 3: Los viajes del vino: Un recorrido por el comercio histórico del vino, desde los fenicios hasta el mundo global. Se ve el papel del vino catalán en el comercio de aguardientes y la movilidad de las botellas por el mundo.
  • Ámbito 4: Espíritu del vino: Explora la relación del vino con el arte, la religión, la fiesta y la poesía. Es el ámbito más sensorial y estético, con una gran muestra de copas, porrones, etiquetas y obras de artistas como Hugué, Plensa o Guinovart. Destaca una escultura del dios Baco y un espacio de reflexión con pantallas interactivas donde diversos personajes responden preguntas sobre el consumo de vino.

Cataluña es tierra de vinos y el VINSEUM busca convertirse en el encargado de explicarlo a todo aquel que quiera escucharlo. A través de las exposiciones, este museo hace una radiografía completa del presente, pasado y futuro del mundo vitivinícola y repasa constantemente todo lo que se ha aprendido y queda por aprender del sector. El recorrido termina en la sala de cata, donde el visitante puede acompañar la experiencia cultural con una copa de vino catalán, una manera de cerrar el círculo y reconocer en los sabores del vino todo lo que se ha podido ver anteriormente en las exposiciones.

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