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Vinyes de Barcelona, el primer vino blanco de la capital catalana

La ciudad de Barcelona quiere ser referente en el sector vitivinícola. Grandes territorios del país se han hecho un nombre por sus vinos que traspasan fronteras. Ahora bien, la capital catalana no era insignia de este movimiento hasta que en 2010 la fundación L’Olivera adquirió la legendaria Masia Can Calopa para elaborar su vino, el primero -y único- de Barcelona. Quince años después y con un vino tinto en el mercado, la fundación lanza su primer vino blanco. Esta es la historia de la línea de vinos Vinyes de Barcelona, elaborada en los viñedos de Collserola, los únicos que hay en la ciudad. El vino monovarietal de Xarel·lo ya se puede comprar en tiendas y vinotecas de Cataluña, y su creación ha sido posible gracias a una iniciativa de micromecenazgo que comenzó en 2021.

«Es nuestra manera de reivindicar Barcelona como capital del vino catalán», explica a Vadevi Pau Moragas, responsable de producción de L’Olivera. Dentro de la fundación hay diferentes proyectos, pero todos están relacionados con la recuperación de la actividad vitivinícola. Can Calopa es sin duda uno de los más emblemáticos y, según Moragas, tiene «un gran peso simbólico«, ya que se ha convertido en la única finca en el término municipal de Barcelona que ha logrado cultivar viñedos y elaborar vinos con variedades autóctonas. La realidad de Collserola de hace siglos era muy diferente de la actual y los viñedos fueron uno de los sustentos de la economía agraria de la época. No obstante, la filoxera arrasó con todas las plantaciones y obligó a muchas familias a dejar lo que un día había sido el motor de su economía. La compra de Can Calopa logró que L’Olivera volviera a trabajar para obtener vinos de la capital catalana, una idea que en 2010 parecía impensable. Sin embargo, la investigación de enólogos y expertos, así como el arduo trabajo de los trabajadores de la masía han conseguido lanzar al mercado estos dos grandes vinos: el primer tinto y este segundo, blanco.

Vinyes de Barcelona es un monovarietal de Xarel·lo. Tal como explica la fundación en su ficha técnica, se ha elaborado a partir de una viticultura de secano ecológica. Entre las técnicas que más destacan está la vendimia manual, de donde se han podido extraer entre 10 y 12 kilogramos de fruta seleccionada especialmente de la viña. Además, este vino es fruto de dos elaboraciones diferentes. Por un lado, el 70% del mosto fermenta en depósito y hace dos tipos de crianzas: una parte (80%) hace la crianza en jarras de gres y el resto (20%) en damajuanas. Por otro lado, el resto del mosto, un 30%, fermenta y hace la crianza en barrica. Gracias a estas dos elaboraciones se consigue este color amarillo pálido con reflejos dorados, limpio y brillante. En nariz tiene un toque sutil y elegante donde destacan las notas de bollería sobre un fondo de fruta blanca y cítricos, y también aromas dulces de miel. En el paladar, en cambio, retornan los recuerdos de fruta blanca y notas lácticas en un vino amplio y graso en boca. «Es un vino que invita a ser maridado con platos de baja intensidad, como el marisco de concha (mejillones al vapor) o el sushi», asegura la fundación en un comunicado, donde añade que un buen acompañante pueden ser «unos canelones de verduras o unas sardinas con ajo y perejil».

Imatge del cartell publicitari del vi blanc 'Vinyes de Barcelona' / cedida
Imatge del cartell publicitari del vi blanc ‘Vinyes de Barcelona’ / cedida

Un vino blanco acorde con las exigencias del sector

La elección de hacer un vino blanco no ha sido al azar, según comenta a este diario el responsable de producción de L’Olivera. De esta manera, hay varias razones que han llevado a la fundación a decidirse por lanzar al mercado este producto con esta variedad. Una de las primeras es que «el vino blanco refleja la finca de Can Calopa», comenta Moragas. El Xarel·lo es una variedad histórica del territorio y como tal tiene mucha fuerza en los vinos blancos. La finca barcelonesa de L’Olivera es un espacio idílico para el cultivo de esta variedad histórica de Collserola y, por tanto, lograr hacer un vino con estas cualidades es fruto del terreno en el que está cultivado. Es por ello, que a la hora de elegir qué vino elaborar, L’Olivera con la colaboración del Instituto de Estudios Agrarios y su investigación, se decantaron por este blanco en concreto.

La climatología de Collserola también es una gran razón por la cual el vino blanco era la decisión indicada. El clima de la montaña tiene una clara influencia mediterránea, con inviernos suaves, veranos calurosos, oscilación térmica moderada y precipitaciones estacionales escasas y fuertemente irregulares. Con estas condiciones y la crisis de la sequía provocada por el cambio climático parece casi evidente que las únicas variedades que pueden hacer un vino de calidad son las tradicionales. Aparte, la finca de Can Calopa tiene una orientación noreste que la convierte en una masía fresca donde las maduraciones son lentas y pausadas: «Era el vino que más sentido tenía en todos los aspectos», remarca Moragas.

Una iniciativa de la gente y para la gente

Una de las claves del éxito de esta propuesta de vino es la implicación de gran parte de la sociedad, así como del sector. El responsable de producción de L’Olivera explica que en el proyecto han participado «diversas personalidades del mundo vitivinícola». Gracias a su ayuda se ha podido crear este vino blanco que ahora lanzan al mercado. Sin embargo, Moragas reconoce que la ayuda principal ha venido de la gente anónima, ya que sin los recursos que han recibido a través de la plataforma de crowdfunding no se habría conseguido llevar a cabo: «La viña de donde hemos sacado este vino es posible gracias a la gente que ha creído en él», concluye Moragas.

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