La tesis es irrebatible. Anton Reixa, líder de Os Resentidos, sostenía que, entre las infinitas formas posibles que puedan tener los extraterrestres, una es… que sean gallegos. Y los hizo bajar, en 1991, con una canción memorable: «Xa estan aquí». La cosa, hay que reconocerlo, cambiaba mucho la correlación de fuerzas: «Montados nun aturuxo, respondendo con preguntas, tan galegos coma nós. Temos contactos, temos poderes«.

Han pasado muchos años y del cielo -todavía- no ha venido nadie. Pero de la tierra, sí. Los vinos gallegos están irrumpiendo en el mercado con una fuerza inaudita, impensable hace pocos años. Aquel viño turbio de batalla, joven y sin filtrar ha dado paso a una gama de vinos muy bien trabajados a base de variedades que suelen ser muy aromáticas y con suficiente cuerpo y acidez para afrontar la gastronomía gallega -y, de hecho, cualquier otra- con garantías. Godello, treixadura y albariño son la tríada mágica entre las uvas blancas. Esto, sin olvidar la mencía, la perla negra de las zonas de interior, una variedad fresca, aromática y elegante, realmente diferente de los tintos más potentes a los que estamos acostumbrados los consumidores catalanes.

La DO Monterrei y sus vinos / S.C.

El caso es que las bodegas gallegas están de ofensiva. Y este lunes se ha presentado en Barcelona la que es, quizás, la denominación de origen más desconocida en esta orilla del Mediterráneo. La DO Monterrei es la más continental de las que hay en Galicia, hasta el punto de que forma parte de la cuenca del Duero. Monterrei sufrió el abandono y la emigración de los años sesenta y setenta, hasta el punto de estar a punto de desaparecer. Pero a partir de los ochenta se reestructuró el territorio, con una apuesta valiente por los vinos de calidad. El clima es muy diferenciado, con veranos calurosos y con poca lluvia e inviernos fríos, con una oscilación térmica que llega a los 20 grados durante la época de maduración. La Galicia seca también existe.

Catalunya es un país de blancos, ciertamente. No necesitábamos los verdejos, que pasarán. Pero, ei, xa estan aquí.

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