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Salus Álvarez (DOQ Priorat): “Sin frenar la evolución, debemos ser más identitarios aún”

“Me doy cuenta del valor del vino en el Priorat en mi comunión. Cuando le pido a mi padre que quiero el escudo de la Unió Esportiva de Porrera cosido en la camiseta, me dice que lo acompañe al campo. Me muestra una hilera de cepas y me dice: Cavar todas estas filas hasta aquel margen es lo que te costará tenerlo. Valía 17 pesetas”. Salus Álvarez ha sido presidente de la DOQ Priorat durante muchos años, desde 1992 cuando lo propuso la candidatura de las cooperativas y hasta la actualidad, con un paréntesis de 4 años durante los cuales lo relevó Toni Alcover. Ha comandado el devenir heroico de la única denominación de origen calificada catalana con aliados y aliadas fieles, desde cuando la viña y el vino no se consideraban un revulsivo en la comarca hasta hoy, que la región vitivinícola es admirada en todo el mundo.

“En el Priorat veíamos una piedra negra; el primero que me despierta una nueva mirada es el exdirector del INCAVI, Jaume Ciurana. Él siempre se refirió a ella como un diamante en bruto”, recuerda. Álvarez es un presidente con carácter, de palabra contundente, genio, que se ha sentido cuestionado en más de una ocasión, a quien nadie puede discutir todas las horas dedicadas al bien colectivo, el de preservar la figura del viticultor, un patrimonio único de viñas viejas y un paisaje empapado de historia que mira de frente a la Serra de Montsant. A lo largo de los años, ha compaginado la presidencia de la DOQ con la militancia política ocupando espacios de responsabilidad en el Ayuntamiento de Porrera, en el Consejo Comarcal del Priorat y en la Diputación de Tarragona. Piensa que beber vino no es para cuando se tiene sed, sino que “el vino es un alimento socializador y debemos destacar siempre la parte alimentaria, la cultural y la emocional”. Lo entrevistamos en el Tast de Cal Compte, horas antes de que termine la 30ª edición de la Fira del Vi de Falset. La casa, al lado de Cal Marimón, actual sede de la DOQ, es un espacio patrimonial valioso y restaurado delicadamente por la historiadora Anna Figueras, que también explica la evolución de la comarca y las vicisitudes por las cuales ha pasado el mundo del vino.

“El Priorat ha tenido la capacidad siempre de luchar contra la homogeneización de todo. Constantemente nos hemos protegido de aquello por lo que no queremos que se nos confunda”, dice con rectitud y severidad. Adopta una postura seria cuando dibuja los contornos de una DOQ que no lo ha tenido fácil para estar donde está, que ha sido capaz de definir e identificar “Los nombres de la tierra”, la arquitectura y la reglamentación de los vinos que distingue parajes, fincas y villas y en cierta forma también prácticas culturales, las de los viticultores que las han protegido. “Hoy me atrevo a decir que hay que poner orden, prestigiar y valorar el vino”, revela refiriéndose al panorama catalán. “Llevamos 20 años haciendo las cosas bien en el Priorat, y eso significa que nos hemos ganado el crédito y la confianza porque hemos sido honestos y transparentes, mostrando la trazabilidad de cada botella”, sentencia. Para llegar allí, son muchas las batallas que han librado, algunas muy crudas y especialmente con la administración catalana. El aniversario de la Fira del Vi hace que todos, estos días, estén pasando balance de lo que ha sucedido en las últimas tres décadas. “A principios de los 90, cuando asumo la presidencia de la DOQ, en el Priorat hay dos modelos muy claros, el cooperativo con el apoyo de la administración que defendía la integración y el de los sonados de Gratallops, como les decían algunos de aquí”, dice Salus Álvarez. Reconoce que durante un tiempo vive disociado entre estas dos visiones del vino, la del volumen y la concentración y la más purista que significa un trozo de tierra, la de los hippies que llegan con una mirada nueva y mucha ilusión. Hay un día que, como diputado provincial, comienza a recibir llamadas que le preguntan por esta segunda vía: “Este interés en los elaboradores de Gratallops me hace creer que el modelo de viticultura y enología de los closos es el camino, que puede ser el revulsivo que necesita la comarca para salir de un largo período de latencia”.

Imatge de l'entrevista a Salus Álvarez, president de la DOQ Priorat / Jordi Gatell, Cordega
Imagen de la entrevista a Salus Álvarez, presidente de la DOQ Priorat / Jordi Gatell, Cordegat

Viajará con René Barbier por todas partes, para constatar que el modelo que propone para el Priorat es real y posible, en Alsacia, en Borgoña e incluso en Banyuls. Comienza a entender que si un territorio frágil camina con una sola voz y una mirada compartida, puede llegar más lejos. A todo esto, se suma, unos años después, la determinación de Lluís Llach anunciando que plantará viña en Porrera después de las lluvias del 94. Él que siempre ha dicho que hacer vino es una “aventura humana”. El programa LEADER, impulsado por la hoy profesora de la UdG, Eulàlia Guiu, posibilitará económicamente el sueño. “Comenzamos a hacer camino, pero también muchos gestos que constantemente tendremos que hacer para protegernos, como pasar a ser una denominación de origen calificada que blinde la identidad de una región. Interrumpimos incluso unas vacaciones del presidente Pujol; queríamos protegernos de la creación de la DO Catalunya”, explica sin rodeos. Recordará que son los primeros en crear una tarjeta vitivinícola con Caixa Tarragona para dar trazabilidad a la compraventa de uva, pero la administración catalana la anulará años después al sacar la propia. También el impulso del primer Vi de Finca Qualificada, el de Clos Mogador, es una protección, para distanciarse del marquesismo que propone el Marqués de Griñón con Vinos de Pago en todo el Estado español. “En el Priorat, habla la tierra, no la marca”, insiste. “Iniciamos también las catas de fincas y villas que no llegaron a prosperar por diferencias con la Universidad Rovira y Virgili, pero la idea ha sido siempre ir en busca de la identidad”, explica Salus Álvarez.

En aquellos momentos las discusiones giran alrededor del cabernet sauvignon, una variedad ampliamente plantada en el Priorat que hoy va reduciendo presencia, la promoción de los rancios y del vimblanc y el precio de las viñas viejas. Había llegado el momento de prestigiarles. “Mientras trabajamos la identidad de los vinos de los pueblos, llega la crisis financiera que lo arrastra todo. Por suerte, primero caerá el mercado americano y los problemas en las ventas serán escalonados, llegarán con los años a otros mercados europeos. A consecuencia de la crisis, se produce un gran cambio en la distribución. De repente los vinos de la bodega salen con cuentagotas y la cadena se vacía de existencias”, resalta. “Si antes vendíamos 15 o 20 cajas, hoy vendemos en la tienda como si fuera para un particular”, se lamenta. 

Le sabe mal que en todos estos años no se haya podido materializar un proyecto que la DOQ Priorat guarda en un cajón a la espera de que se aparquen celos. “Defendemos la reconstrucción de la Cartuja de Scala Dei como un gran centro enoturístico y gastronómico, al estilo de Món Sant Benet, con fondos europeos, de la Generalitat y de las bodegas”, sintetiza. La DOQ siente que falta este homenaje a los orígenes, al Priorat de Scala Dei, a la cuna de la cultura del vino moderno, con la voluntad de impulsar social y económicamente una región vitivinícola conectada a un icono patrimonial inequívoco.  “El Priorat es selectivo con la gente, o te atrapa o te escupe, pero todo depende de cómo te acerques”, comparte Álvarez. “Es como un imán, fenya rai para separarte, si entras”, añade. Sabe bien esta relación ambivalente y repasa ejemplos de éxito y fracaso en función de este primer acercamiento. “El 50% de las bodegas del Priorat han comenzado desde cero, esto no ha sucedido en ningún otro lugar. Y esto nos demuestra que hay un espacio para continuar creciendo, a pesar de todas las incertidumbres que planean en el mundo del vino, que son, sin embargo, globales”, explica el presidente de la DOQ Priorat.

Ciertamente, el Priorat ha sido siempre tierra de acogida. “Sin frenar la evolución, debemos ser más identitarios aún y más fieles a la tierra”, advierte Salus Álvarez. Este es el camino que transitarán los próximos años, sabiendo que son punta de lanza, referencia enológica, ejemplo de calidad y, cada vez más, pureza. “El conocimiento hoy se ha multiplicado. Sabemos dónde estamos, pero nos preguntamos dónde podemos estar, como también qué es la identidad? ¿Cuáles son los grandes vinos? ¿Se debe modificar todo lo que tenemos dibujado para encontrar esta identidad?”, reflexiona en voz alta. Sabe que están lejos de aquellos primeros grandes vinos premiados por Robert Parker en los que se hablaba de corpulencia. Hoy mandan la fluidez, la belleza y la vejez, la profundidad, la finura y la frescura… 

Imatge de l'entrevista a Salus Álvarez, president de la DOQ Priorat / Jordi Gatell, Cordega
Imagen de la entrevista a Salus Álvarez, presidente de la DOQ Priorat / Jordi Gatell, Cordegat

“Hace veinte años que no se ha hecho ninguna inversión relacionada con el agua en el Priorat; la última fue en el pantano de Margalef”, se lamenta. Confía que a pesar de las lluvias de los últimos meses, se resuelvan las necesidades hídricas de una comarca eminentemente rural con el horizonte de 2050. “El agua y la vivienda dependen del Gobierno. El compromiso debe ser serio. Estamos dispuestos a estudiarlo juntos, pero lo deben resolver ellos”, sostiene Álvarez. Tiene coraje para afrontar los tres años de presidencia del actual mandato, especialmente porque en el Priorat ve “más gente joven formada que nunca, más jóvenes nativos que se arriesgan a quedarse aquí y a hacer vino. Solo debemos ayudarlos un poco. Hoy ya hay este orgullo de llamarse campesino, porque en el Priorat se ha dignificado su trabajo. La sociedad te prepara para una titulación, pero no te prestigia. Si puedes ganarte bien la vida con tu trabajo, en el campo, puedes sentirte extraordinariamente orgulloso”, dice con emoción en los ojos. Todos saben que no será fácil; sortear el cambio de hábitos de consumo, la situación geopolítica, la emergencia climática… pero se respiran más que nunca voluntades compartidas en un Priorat que siempre se sobrepone y recomienza.

“Los elementos colaterales te pueden prestigiar o no. Recuerdo siempre las palabras de Eduard Puig y Vayreda cuando era director del INCAVI. Soñaba con quitar el nombre de Costa Brava a la DO Empordà porque el turismo que tenían entonces, no les ayudaba. Hoy sería diferente. Y ligado a esto, hoy la DO Empordà que celebra su 50º aniversario, se fija en un espacio cultural que es el Terrer, nacido e injertado en el Priorat; que haya sido inspiración para ellos y ahora lo adapten a su región vitivinícola, es de una satisfacción personal muy grande para los del Priorat”. No termina la entrevista sin recordar la mano del abuelo en el campo, el que lo guió y le enseñó el esfuerzo, pero sobre todo muchas prácticas culturales que matizan el vino y que él también ha legado a los hijos. Porque en casa, también elaboran, en la bodega Álvarez Duran. Y, en Porrera, estos días corre agua por el río Cortiella. 

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