La llegada de Donald Trump al despacho oval de la Casa Blanca augura un futuro incierto para las empresas catalanas con negocios en Estados Unidos. Las últimas amenazas del nuevo presidente estadounidense sobre una posible subida de los aranceles de entre el 10% y el 20% afectarían al precio de los productos que exporta Cataluña. Trump declaraba que no haría diferencias por países y productos y, por lo tanto, la afectación sería generalizada. Es evidente, sin embargo, que el sector vitivinícola podría llevarse la peor parte, ya que junto con el aceite de oliva, el vino es la joya de la corona catalana en términos de exportaciones a Estados Unidos. Las opiniones sobre el futuro de las ventas en el extranjero del sector, sin embargo, cambian dependiendo de la perspectiva. Mientras algunas fuentes aseguran que el valor añadido del vino catalán podría salvarlo de una drástica reducción de las ventas, otras reconocen cierto temor a la realización de los sueños de Trump, hasta el punto de plantearse nuevos mercados donde vender el vino catalán en caso de que estos aranceles se materialicen.
«Si los aranceles son elevados, puede provocar que, a corto plazo, decidamos destinar más esfuerzos y recursos promocionales y publicitarios a otros mercados que nos puedan dar un mejor retorno», reconoce Xavier Armengol, director general de Familia Torres. En una entrevista a Vadevi, el directivo menciona que Estados Unidos se encuentra en el top 10 de sus mercados de exportaciones. La empresa vitivinícola es una de las más grandes de Cataluña y tiene bodegas en diferentes Denominaciones de Origen, incluidas Penedès y Priorat, dos de las más potentes en exportaciones a EE.UU., tanto en valor como en volumen. De hecho, Armengol explica que «es un mercado prioritario y estratégico para ellos, tanto por su dimensión como por el hecho de que es un escaparate de marca para otros mercados». La realidad, pues, es que los estadounidenses son compradores fieles de vino catalán, una relación que ha ido creciendo con el tiempo, hasta convertirse en uno de los mercados extranjeros que más vino catalán compra. En los últimos datos del Idescat de 2024, los estadounidenses compraron un total de 13.886.861,1 kilogramos de vino por un valor de 63,7 millones de euros. En este sentido, solo superaron estas compras Alemania, Bélgica, Francia y el Reino Unido.
Este posible aprecio que tienen los estadounidenses por el vino catalán es lo que, para algunos, salvará las exportaciones. Fuentes del sector aseguran a este diario que «con los productos premium -la mayoría de los productos que se venden en mercados internacionales-, como vino y aceite, el consumidor está dispuesto a hacer un esfuerzo». En otras palabras, los estadounidenses estarán dispuestos a pagar lo que sea necesario por el vino catalán, aunque este se encarezca. Una opinión que no comparte el director general de Familia Torres, quien reconoce que «hará menos competitivos nuestros vinos respecto a la producción local o a los vinos de otros países donde no se aplique una subida de los aranceles; y eso significa un descenso en las ventas». Además, para Armengol el producto tiene mucho valor, pero que la gran variedad de opciones y competencia que hay en el sector podrían jugar una mala pasada al vino catalán: «Hay que pensar que el mundo del vino está muy atomizado y hay mucha oferta de producto de diferentes procedencias».

Un precio asumible para los distribuidores
La gran cuestión que rodea los nuevos aranceles es quién sería el encargado de asumir esta subida. Algunas fuentes consultadas prevén que en casos específicos los distribuidores paguen la diferencia. De esta manera, ni el elaborador ni el consumidor final verían afectaciones en la compraventa del producto. El vino, por ejemplo, entraría a formar parte de esta categoría, ya que es un producto estratégico que vale la pena mantener. «En momentos de inestabilidad económica aquellos distribuidores que quieren mantener las relaciones podrían hacer un esfuerzo», aseguran desde el sector. Además, el valor añadido del producto catalán también podría ayudar a que los contactos estadounidenses en el sector retail busquen continuar los contratos de compraventa como hasta ahora: «Es un mercado que valora mucho nuestra venta», recuerdan desde el sector, donde también añaden que «es un producto con prestigio, con storytelling. Sería difícil que pase en sectores como la fruta, pero el vino tiene marca».
No obstante, Armengol destaca que no hay certeza alguna sobre la implicación de los distribuidores en asumir las subidas. El directivo no niega que el producto tenga valor añadido, pero repite que con la gran competencia que existe en el mercado y hay ciertos precios que la gente no está dispuesta a pagar y, por lo tanto, tampoco los distribuidores: «Generalizando, por debajo de los 20 dólares de PVP el consumidor suele moverse por precio y busca alternativas más económicas, no creo que esté dispuesto a pagar más». Por este motivo concluye que «todo depende del porcentaje de la subida, pero si pensamos en experiencias anteriores, cuando hay incrementos de un 10% por ejemplo, no los absorben los distribuidores ni los retailers y acaban traspasándose a los consumidores«.
La posible migración a Europa
Europa también es un mercado bastante interesante para el sector vitivinícola catalán. Actualmente, un 64% de las exportaciones generales catalanas son para Europa, frente al 38% que van a terceros. Esta es una tendencia creciente, ya que en 2023 apenas superaban la mitad del volumen de exportaciones (58%). «Algunos sectores prefieren crecer en mercados europeos para mantener la estabilidad», argumentan fuentes del sector vitivinícola catalán. Ahora bien, los productos premium -sobre todo el aceite y el vino- tienen mejor acogida en países terceros, ya que las exportaciones crecen en valor. Aun así, la batalla europea no está perdida. Fuentes del sector reconocen a este diario que mientras que para otros productos hay «mucha competencia y es difícil incrementar ventas en Europa», el vino catalán podría tener más facilidades al ser un producto de valor añadido y no de consumo diario.
En definitiva, las nuevas políticas arancelarias de Trump podrían replantear las relaciones de compraventa del vino catalán y conseguir la entrada de este producto a otros mercados. El director general de Familia Torres no descarta plantear una nueva dirección para sus vinos y reconoce que «Europa es una región muy relevante» donde no les importaría crear más vínculos. Aun así, también comenta que tienen a Asia en el radar para construir nuevas relaciones, porque en términos de ventas y exportaciones, nunca se deben poner todos los huevos en la misma cesta.