Este pasado 11 de enero, la bodega Espelt de Vilajuïga ha acogido la última de las jornadas PATT de transferencia tecnológica centrada sobre los efectos del cambio climático sobre el territorio que abraza la Denominación de Origen Empordà, así como la valoración de posibles soluciones para hacerle frente.
El motivo de hecho fue la presentación de los resultados de un trabajo conjunto entre la IRTA y la DO en el contexto de los proyectos CLIMAVID21 y los Life MEDACC y MIDMACC desde el cual se plantean opciones agronómicas mostradas desde la Academia de Poda de INNOVI y las experiencias de la IRTA que posibiliten la adaptación del cultivo a la nueva realidad climática.

Reducción de la intensidad de la tramontana
En la jornada se han dado a conocer los resultados de los proyectos de investigación, en los cuales destaca el hecho que los cambios de temperatura cambiarán la fenología y el metabolismo de las cepas y racimos, con cambios significativos en el ciclo vital de la cepa, que se verá en el adelanto de poda, brotaciones y vendimias, así como maduraciones alcohólicas y fenólicas distintas, entre otros.
Además, estos cambios de temperatura también provocarán un incremento de la evaporación (+7% / 1 °C), y en caso de mantenerse o reducirse la precipitación, como se está pasando con la carencia de lluvias registradas durante los últimos meses, hará que las necesidades de agua de la viña se incrementen a lo largo del siglo XXI en todo el territorio ampurdanés.

Estas podrían ser evaluaciones compartidas en varios territorios vitivinícolas, pero en el caso del Empordà, un dato muy territorial: el estudio probaría la reducción en la frecuencia e intensidad de la tramontana. Un hecho, explican, que tendrá un importante efecto en las viñas, puesto que reduciéndose el viento, las cepas podrán crecer más, transpirar más y requerir más agua.
Una vez más la temperatura es generadora de paisaje, mientras el agua lo potencia. La gestión de la vegetación, la poda en verde y de formación, fueron en detalle explicados, per se y por los momentos de grave sequía, que hacen que la gestión de la cepa no tan solo posibilite la potencial producción, sino, la suya supervivencia. El debate, que se promovió después de las presentaciones, fue largo, intenso y propositivo.
Conclusiones: el clima ha cambiado. ¿Qué hacemos, ahora?
Entre las conclusiones que se pueden extraer de la jornada, un claro convencimiento que el clima ha cambiado, promoviendo un hecho meteorológico, preocupando que es el descenso muy radical en las levantadas. Este fenómeno, asociado a un mayor consumo hídrico, hace que las reservas del embalse de Darnius-Boadella estén casi permanentemente comprometidas y que la salinización de las aguas freáticas por intrusión marina vaya en aumento.
Un panorama que, según los expertos, pide de una «profunda discusión» respecto a todo aquello que configura la vitivinicultura ampurdanesa, en cuanto a límites y posibilidades, para encarar el futuro y actuar deprisa con herramientas y conocimientos que ya se dispongan. Y un trabajo colaborativo que permita encontrar las mejores opciones por un «presente difícil y un futuro muy incierto en cuanto a la productividad del cultivo«.
La DO Empordà dispone de una gran diversidad de situaciones edafoclimàtiques, apuntan, algunas de las cuales pueden acontecer «muy limitantes», a pesar de que, según el estudio, en general, tiene que permitir diseñar una interesante agronomía de terruño.
Por último, y no menos importante, entienden que disponer de agua en un futuro, no demasiado lejano, «puede ser clave para mantener este cultivo en la DO», y por eso habrá que disponer de diversas fuentes de agua, que no se generan de hoy para mañana, y además, hacerlo de acuerdo con las normas vigentes, como por ejemplo las establecidas al
Todo ello -información, la discusión, el mutuo conocimiento y la complicidad de acciones-, afirman, tienen que ser la vía para generar una DO Empordà resiliente.