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Viñas, vino y salud, el resultado de una combinación holística

El modelo alimentario y agrícola, donde hay que incluir el sector vitivinícola, es asunto de debate en el ámbito catalán y del mundo, sobre todo por sus implicaciones medioambientales, sociales, económicas y de salud, en la estrategia de bioeconomia planteada por el DACC para el 2030. Esta valoración, desde opiniones más o menos objetivas, se promueve porque las limitaciones del sistema socioeconómico actual, focalizado en el crecimiento del PIB, presenta graves limitaciones que pueden tornarse muy graves en un futuro no muy lejano.

«El sistema que nos ha llevado al callejón sin salida actual no nos puede sacar»

El cambio climático, la redistribución espacial de la población y las limitaciones de agua limpia, alimentos, recursos naturales y energía son factores que ya se están notando y que desgraciadamente resultarán normales y crecientes. En este contexto el mismo sistema ofrece la sostenibilidad, hecho que hasta cierto punto es contrario al que expuso el IPCC en el 2014, cuando dijo que «el sistema que nos ha llevado al callejón sin salida actual no nos puede sacar».

El cambio climático ya es actualmente una emergencia

Una larga lista de factores a tener en cuenta

La sostenibilidad es un concepto económico, social y ecológico complejo en torno a las relaciones entre las sociedades y el medio ambiente y que quiere convertirse en una estrategia para organizar la actividad humana, de forma que la sociedad y sus miembros puedan satisfacer sus necesidades y expresar su máximo potencial a la vez que se mantiene la biodiversidad y los ecosistemas y se planea y se actúa para mantenerlos.

En el mundo mediterráneo donde vivimos y donde hay que tener en cuenta la incidencia importante del cambio climático, la escasez y/o la carencia de agua está muy presente, como también episodios térmicos de altas y bajas temperaturas importantes y que promueven grandes y graves problemas de viabilidad productiva/económica e incluso biológica.

Viñas afectadas por la sequía, en el Penedès | Blanca Ozcáriz

El sector vitivinícola, además, se encuentra bajo el foco de las valoraciones de los efectos negativos del alcohol en general en la salud, desde una visión genérica y con una perspectiva global e incluso universal, donde se mezclan muchas valoraciones en cuanto a los efectos del espíritu del vino y muy pocas concretas sobre el vino y el cava, generados y empleados desde los inicios de la civilización, cuando se descubrió y evaluar los efectos positivos de los fermentados en los alimentos.

Estas consideraciones respeto el modelo alimentario, su sostenibilidad, su relación/incidencia en la salud humana y las afectaciones del cambio climático pueden contribuir a entender y valorar la realidad del sector de la viña, de que un 30% está en regadío y muchas veces comprometido por el bajo nivel de las aguas embalsadas. La situación es compleja, tanto en cuanto a aspectos cuantitativos como cualitativos de la uva y, en consecuencia, del vino y el cava.

Vinseum

Pero en este batiburrillo de temas importantes, cada uno de ellos con diferentes niveles de ponderación, quizás sería interesante considerar y valorar la descripción del Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, adoptada por la Conferencia Sanitaria Internacional de Nueva York del 19 de junio al 22 de julio de 1946, firmada el 22 de julio de 1946 por los representantes de 61 Estados y que entró en vigor el 7 de abril del 1948. No ha sido modificada desde entonces, manteniendo pues su validez, y textualmente dice que «la salud es un estado de bienestar físico, mental y social completo y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades». Así pues, si se considera la pérdida de productividad, la variabilidad del mercado, los cambios de hábitos sociales/alimentarios/culturales… se puede considerar con preocupación la viabilidad del sector vitivinícola actual. 

Desequilibrios territoriales con consecuencias importantes

Además, como derivada, especialmente en secano (65% de la extensión de viñas en Cataluña) está el despoblamiento, que compuerta una escasa vitalidad funcional rural; y también el crecimiento y densificació de las áreas metropolitanas, con los consecuentes problemas de salud individual y social a ambos lugares. Este fenómeno migratorio no deseado promueve desequilibrios territoriales en la población y los servicios que recibe, generándose un incremento de enfermedades contagiosas, de las asociadas a la contaminación, la isla de calor y las oleadas térmicas extremas, los desequilibrios psicosociales y la marginación económica, cultural….

Estas derivadas sociales de los efectos del cambio climático en el Mediterráneo han sido descritas en el informe MAR 1 MedECC del 2020, que muestra cómo la vulnerabilidad de la población a los efectos del cambio climático está muy influida por la densidad de población, el nivel de desarrollo económico, la disponibilidad de alimentos, el nivel y la distribución de ingresos, las condiciones ambientales locales, el estado de salud preexistente y la calidad y la disponibilidad de la sanidad pública, siendo los colectivos más potencialmente afectados las personas mayores, las pobres, las que tienen afecciones médicas preexistentes o crónicas, las desplazadas, las mujeres embarazadas y lactantes…

Robert Savé es investigador emérito del IRTA, experto en vitivinicultura y cambio climático
Robert Savé es investigador emérito del IRTA, experto en vitivinicultura y cambio climático

Hace falta una visión global de un sistema muy complejo

Toda esta información permite hacer valoraciones de todo, pero hace falta que se hagan desde perspectivas holísticas, puesto que la vida es muy compleja, mucho más que una simple relación causa/efecto y, por tanto la ponderación, la moderación, la objetividad y el sentido común tienen que ser el marco donde se hagan las valoraciones de sectores, productos, poblaciones, es decir, de la sociedad y los individuos que formamos parte y le damos estructura y funcionalidad. Del mismo modo, no se pueden ofrecer soluciones que no son ni lo serán en un mundo mediterráneo pobre económica, energética y hídricamente.

Quizás sería interesante que en el Primer Mundo, donde por suerte estamos, el binomio alimentación-salud, se considerara desde su extrema complejidad para evitar que se generaran explicaciones sencillas que promuevan actuaciones generadoras de efectos queridos o no y previstos y previsibles o no. En el mundo y el momento donde estamos, son absolutamente necesarias visiones y aportaciones holísticas desde la ciencia, la cultura y el sentido común, no fuera que, como dice el dicho popular, “el remedio sea peor que la enfermedad”.

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