El vino forma parte de la Dieta Mediterránea. Esta es una de las afirmaciones que el sector busca apoyar ante el aumento de la demonización de las bebidas alcohólicas. No considerar el vino un producto nocivo es uno de los pilares del mundo vitivinícola y aunque en exceso todo es malo, algunos estudios sobre salud les dan la razón. El último estudio que aborda este conflicto se ha realizado en Barcelona. Dos doctoras de la facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Barcelona (UB) afirman que se puede relacionar los biomarcadores del consumo de vino tinto con una menor inflamación vascular. Así, parece que desde la comunidad científica, sin asegurar que el consumo de vino es beneficioso, alegan que la opinión de elaboradores y agricultores sobre las propiedades beneficiosas del vino no están tan equivocadas.
Un estudio liderado por las doctoras, Maria Pérez y Rosa Casas publicado en The Journal of Nutrition, Health and Aging, constata que el consumo moderado de vino, integrado en la Dieta Mediterránea, muestra efectos protectores para la salud cardiovascular. Estos resultados se obtuvieron en el año 2022, gracias a la ayuda de investigación de Vino, Nutrición y Salud de la Fundación para la Investigación del Vino y la Nutrición (FIVIN), con el apoyo de la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE). El estudio tenía dos objetivos principales: evaluar la fiabilidad de los metabolitos del resveratrol derivados de la microbiota -un polifenol presente principalmente en el vino tinto como biomarcadores objetivos del consumo de esta bebida, y por otro, analizar su asociación con marcadores de inflamación sistémica y riesgo cardiovascular para la salud. En otras palabras, la investigación buscaba un punto en común entre las dos variables, es decir, el consumo moderado de alcohol y la reducción de problemas cardiovasculares.
La investigación concluye que el patrón de consumo moderado de vino -equivalente a una copa al día- siempre en el contexto de las comidas y dentro de una Dieta Mediterránea equilibrada, podría ejercer un papel relevante en la prevención de enfermedades cardiovasculares. “Estos resultados apoyan el papel de una dieta saludable, como la Mediterránea, que incluye un consumo moderado de vino durante las comidas principales del día, en la reducción del riesgo cardiovascular”, afirma en un comunicado la Dra. Maria Pérez Bosch. De hecho, en su estudio se observó una asociación inversa entre los niveles urinarios de estos metabolitos y la glucoproteína VCAM-1, vinculada con los procesos de inflamación vascular y aterosclerosis. En otras palabras, a mayor presencia de estos metabolitos, menores los niveles de VCAM-1, lo que sugiere un posible efecto protector del consumo moderado de vino sobre la salud cardiovascular. “El uso de biomarcadores como los metabolitos del resveratrol en orina, permite una medición objetiva del consumo de vino tinto, con mayor precisión que los cuestionarios de frecuencia de consumo de alimentos tradicionales”, insiste Pérez Bosch.
La vinculación del vino en la Dieta Mediterránea
El vino es un alimento de la Dieta Mediterránea, o al menos así se había destacado durante siglos. Ahora bien, desde que nació un movimiento mundial para intentar consumir de una manera más sana y responsable, el vino comenzó a ser más una bebida alcohólica que algo necesario para hacer una comida mediterránea como es debido. Por ello, el estudio barcelonés da una nueva perspectiva a toda esta situación y sin dejar de lado los efectos nocivos de la ingesta excesiva de alcohol, asegura que hay algunas propiedades beneficiosas que se podrían perder con la disminución de su consumo.

Lejos de promover un consumo indiscriminado, las investigadoras insisten en la importancia de la moderación y del marco dietético saludable acompañado de actividad física diaria. De esta manera, no están dispuestas a admitir que hay ciertos beneficios en el consumo de vino, sin repetir que la bebida siempre debe ir acompañada de una buena dieta. En este sentido, el estudio no solo refuerza la idea de que no todos los patrones de consumo de alcohol tienen el mismo impacto sobre la salud, sino que también aporta evidencia científica sobre cómo el vino, cuando se consume con moderación y acompañado de una alimentación rica en frutas, verduras, aceite de oliva virgen y frutos secos, puede integrarse en un estilo de vida cardioprotector. Se resalta así la importancia de considerar no solo qué se consume, sino también cómo, cuándo y con qué se acompaña.
El auge de la tendencia ‘healthy’
No es ningún secreto que cada vez hay más responsabilidad a la hora de elegir lo que consumimos. De hecho, en muchos países se ha extendido la tendencia healthy, es decir, una nueva mirada que busca consumir productos de proximidad, sin conservantes y, sobre todo, sin elementos nocivos, como en este caso podría ser el alcohol del vino. Esta nueva visión nace en Estados Unidos, donde el último estudio público sobre la cuestión argumentaba que “tres de cada cinco consumidores estadounidenses afirman que están modificando su estilo de vida debido a los problemas mundiales que les preocupan”. Además, este informe de la empresa consultora Innova Market Insights insistía en el cambio de tendencia: “Muchos invierten en llevar una vida más sana: la salud y el bienestar son la principal prioridad de gasto de los consumidores, después de los artículos de primera necesidad”.
No tardó mucho en aparecer en todo el mundo esta tendencia saludable, que actualmente es protagonista de congresos, ferias y también estudios de preferencias de consumidores. No es de extrañar que productos como el vino sin alcohol hayan comenzado a crecer y en muchos casos algunas bodegas trabajan en la posibilidad de comercializar esta bebida sustitutiva del vino tradicional. Ahora bien, también hay buena parte del mundo del vino que reitera que ha habido una demonización del alcohol en los últimos años y responde con contundencia que el vino es diferente de los destilados y, en el caso de Cataluña, forma parte de la Dieta Mediterránea.
Por ello, estudios como los de la Universidad de Barcelona ayudan a los elaboradores a hacer valer su opinión. En concreto, las conclusiones de esta investigación fueron presentadas en el Congreso Internacional Lifestyle, Diet, Wine and Health celebrado en Roma. A pesar de su clara visión sobre los beneficios del consumo de vino moderado, desde el comité científico de FIVIN quisieron dejar claro que en ningún caso se querían blanquear los efectos nocivos del alcohol. De esta manera, advirtieron que, aunque numerosos estudios han demostrado los posibles beneficios del consumo moderado de vino para la salud, no es motivo suficiente para que alguien que no bebe comience a hacerlo por motivos de salud. “Cualquier estudio sobre el vino y la salud no reemplaza el consejo médico de un profesional”, remarcaron al cerrar la presentación.



