La sequía redujo la esperanza de ganarse bien la vida de muchos viticultores. Tres años de malas cosechas han sido una situación catastrófica para los agricultores, pero también para las viñas, que en muchos casos han muerto o quedado dañadas. Aun así, siempre se ha dicho que después de la tormenta llega la calma, y esta última podría hacerse realidad este año. Las previsiones españolas de producción de la vendimia de este año son optimistas y aseguran que por fin se verán resultados compatibles con una ligera recuperación. Cataluña no es la excepción y a falta de datos reales que el departamento de Agricultura aún no ha publicado, agricultores, expertos y bodegueros reconocen que podrían recuperar esa esperanza perdida. No solo eso, sino que este 2025 se podría llegar a equilibrar la balanza entre oferta y demanda, que a causa de la sequía también se ha distorsionado. En definitiva, un nuevo horizonte más lleno de optimismo se estaría gestando dentro del sector entre aquellos que después de tres años de pesadilla, han sobrevivido. Mientras tanto, sin embargo, la preocupación también crece para aquellos que lo han perdido todo y que esperan, impacientes, que la administración pública les ayude a volver a empezar.
La producción de vino en el estado español para la campaña 2024-2025 rondará los 36,8 millones de hectolitros, lo que supondría un incremento del 15% respecto al anterior, aunque se situaría un 6% por debajo de la media de los últimos cinco años, según las estimaciones del ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. En este sentido, pues, las cifras darían por terminada la mala racha del vino debido a la sequía. Unos datos que retratan el sector de manera positiva y reconocen que podría haber una recuperación. Para los viticultores y expertos catalanes la línea de la producción en Cataluña está en sintonía con las cifras españolas. De esta manera -sin datos oficiales porque la consejería aún no las ha publicado- «podríamos incluso superar este 15% del que hablas desde el ministerio», asegura a Vadevi, David Coll, presidente de Pimec Alimentària. Para él, los datos españoles se quedan cortos y pone la mano en el fuego prácticamente por la recuperación de las viñas catalanas, sobre todo «si no hay granizadas», admite, haciendo referencia a los fenómenos meteorológicos repentinos que dañan las viñas de regiones como el Empordà.
También desde Unió de Pagesos ven con buenos ojos las perspectivas de producción. El futuro responsable del Vino y la Viña de la patronal, David Sendra, recuerda a este diario que «han sido unos años complicados», pero también concreta que «cada vez tenemos más esperanza de recuperación». Sin embargo, Sendra también explica que «no será una gran cosecha», ya que tal como reflejan los datos españoles, los niveles de producción continuarán por debajo de la media de los últimos seis años. Ahora bien, el futuro responsable del Vino y la Viña de Unió de Pagesos calcula rápidamente que se podría estar hablando de una producción de entre 6.500 kg y 7.200 kg por hectárea de media. «Nada que ver con lo que estábamos acostumbrados hasta ahora», menciona el mismo agricultor. Unas declaraciones que van en línea con la visión de Coll y dan fuerza a la teoría de que la recuperación puede estar más cerca que nunca.
Para el director general de la bodega Llopart, Jordi Bort, la situación no es tan positiva. De esta manera, el directivo no se compromete y reconoce que desde la bodega aún no tienen cifras fiables para dar una teoría real sobre lo que podría pasar. Sin embargo, concreta a Vadevi que «a priori, parece, y todo indica que será mejor». La visión de Bort va más en línea con las declaraciones de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación. Al ser preguntados por las previsiones que ha hecho el gobierno español y su traducción al territorio catalán, fuentes del departamento destacan que «aún es pronto para hacer suposiciones» y que por norma general el gobierno catalán espera «hasta estar más cerca de la vendimia» para dar una imagen mucho más completa de lo que podría pasar. «Hay que ir con cautela porque la lluvia, el calor o la humedad pueden convertirse en el cóctel perfecto para aún ser discretos con las previsiones», remarca Bort.

El consumo catalán que equilibraría el stock
Otro de los parámetros de los datos del ministerio de Agricultura que auguran un futuro bastante optimista es el equilibrio entre la oferta y la demanda. La caída del consumo de vino en el estado español ha sido un golpe para el sector, pero de cierta manera se podría haber convertido en un aliado ante la poca producción. En otras palabras, si la producción hubiera seguido subiendo, habría habido un excedente de producto. En cambio, actualmente la producción se encuentra al alza, pero sin cifras extraordinarias, una situación que según el gobierno español podría ser beneficiosa: «Las disponibilidades de vino son las menores de los últimos seis años, lo que unido a un ligero repunte del consumo de vino tinto, propicia una estabilidad de los precios en niveles similares a los de la anterior campaña», aseguran en un comunicado recogido por Europa Press. En Cataluña los datos podrían indicar lo mismo, pero la preocupación no es el equilibrio entre oferta y demanda, sino el consumidor final: «Necesitamos que los catalanes beban más vino catalán«, expresa el presidente de Pimec Alimentària.
La fotografía del sector del vino en Cataluña es muy diferente de la de Francia. En este sentido, los franceses tienden a consumir mucho vino nacional, una situación que según Coll «en Cataluña no pasa tanto». Así, mientras el estado español celebra este equilibrio entre la producción y el consumo, a los viticultores y expertos catalanes les preocupa el consumo dentro de las fronteras. «Es un tema de paisajes y de supervivencia, se debe consumir vino catalán porque forma parte de la cultura», remarca Coll. Dicho de otra manera, el experto asegura que si los catalanes no valoran el producto del territorio y le dan un lugar en sus mesas, la estabilidad del sector podría sufrir: «Es evidente que necesitamos exportar vinos, pero el gran grueso debería venir del consumo catalán», admite el presidente de Pimec Alimentària, quien añade que, además, los vinos catalanes se han convertido en una gran compra, ya que «tienen muy buena calidad a precios muy ajustados».
Ayudas para la supervivencia del sector
Es evidente que la sequía ha dejado imágenes desoladoras e incluso algunos agricultores se han tenido que plantear cambiar de cultivos. Si bien es cierto que la supervivencia de la viña siempre ha sido lo primordial para muchos, hay que tener en cuenta que en algunos casos las viñas han quedado tan dañadas que no se pueden recuperar. Ante esta situación, el gobierno español también ha abierto un nuevo paquete de ayudas para aumentar los períodos de replantación hasta ocho años y también la limitación de nuevas plantaciones con criterios regionales, que evitan la deslocalización de las plantaciones y replantaciones. «Se debe dejar que los agricultores puedan prepararse para situaciones como la sequía», dice Coll, quien además remarca que «deben tener opciones de negocio diferentes a la viña» si esta ha muerto por causas ajenas a ellos. Lo mismo opina el futuro responsable del Vino y la Viña de Unió de Pagesos, quien expresa su preocupación por los agricultores que no obtendrán rendimientos productivos de sus plantaciones porque están en mal estado tras la sequía: «Necesitamos replantearnos qué hacer con todos estos agricultores y darles las herramientas para sobrevivir», insiste.
La producción catalana de vino de este año podría hacer respirar tranquilos a muchos agricultores, pero la cautela se encuentra en el orden del día para expertos y viticultores que aunque no pierden la esperanza de tener buenas cosechas, aún no están del todo seguros de que todo salga bien. Mientras algunos celebran que por fin retornarán a una cierta normalidad, otros lamentan las pérdidas que han sufrido muchos viticultores y reclaman más ayudas para la supervivencia del sector. Se observa, pues, que no solo se trata de tener buenas cosechas, sino de trabajar para mantener el valor del mundo del vino catalán, la estabilidad de todos aquellos que trabajan en él y su continuidad en el sector.