El año 2015, un equipo de arqueólogos de la Universitat de Barcelona (UB) y el Instituto Catalán de Arqueología hicieron un descubrimiento que puso la Terra Alta como la posible cuna del vino en Cataluña. No solo demostró que esta zona del país tiene más de 2.000 años de tradición vinícola, sino que, quizás, fue el primer lugar donde se habría manipulado. Tras unos meses de investigación al poblado ibérico del Coll del Moro, se localizaron las estructuras de un complejo con un cubo que documentaron como una de las cubas más antiguas de Cataluña, datadas en el siglo III a.C.
«Los trabajos han recuperado una rampa por donde bajaba la uva y el trullo donde hacía la fermentación», explicó entonces orgulloso el alcalde de Gandesa, Carles Luz. «Además, también se ha encontrado pepitas de uva, de las cuales se estudia el ADN».

Un descubrimiento fruto de un gran proyecto de recuperación del poblado
El proyecto de recuperación del poblado, que según los estudiosos estuvo ocupado hasta el 200 aC por los íberos y donde se ha documentado también un fortín romanorepublicano posterior, se inició el 2014 y tuvo una duración inicial de cuatro años. Justamente, fue durante estos trabajos en que se excavó un metro por debajo de los restos que se habían encontrado hasta entonces, en un perímetro de unos 120 m2 y se hicieron los nuevos descubrimientos.
El año anterior habían descubierto «los muros que definían el poblado y también reconocieron el que sería un taller de lino», apuntó el alcalde, que añadió que el 2015 se encontraron»restos de cerámica» y lo que parecía un «espacio para la elaboración de vinos». Todo ello hizo pensar, como explicó, que este enclave podría haber estado «muy importante en cuanto a la actividad comercial de la época».