Las monjas del convento de Sint-Catharinadal, a Oosterhout (Países Bajos) tienen un problema: un excedente de 60.000 botellas de vino que sobraron de la vendimia excepcional del año pasado y que, según explica The Drinks Business, tienen que vender como sea. Es por eso que, encabezadas por la hermana Maria Magdalena y ayudadas por una organización de campesinos locales, han puesto en marcha una campaña para intentar dar salida al producto de un verano de 2022 que fue mucho más cálido y seco de lo que es habitual en el país.
Vinos blancos y rosados, a 14,50 € la botella
Los vinos se pueden comprar a la misma abadía y también por internet. La producción de 2022, que se vende a 14,50 € la botella, incluye un vino blanco, cupaje de Pinot Blanc, Pinot Gris y Auxerrois Blanco, y también uno de rosado, cupaje de Pinot Noir y Gamay. A día de hoy ya se han vendido más de 5.000, pero todavía quedan muchas más disponibles.

Además del problema de un excedente de producción causado por un verano con unas temperaturas y una falta de precipitaciones muy poco habituales a los Países Bajos, las monjas, que empezaron a elaborar vino el 2014 para conseguir dinero por mantener el monasterio, afirman que tenían un contrato apalabrado con la compañía aérea KLM, pero que finalmente no se llegó a concretar, cosa que contribuyó al exceso de stock.
El vino es más cristiano que la cerveza
Preguntadas sobre por qué se decidieron por el vino y no por la cerveza de abadía, un producto mucho más tradicional de la zona, la hermana Maria Magdalena declaró que el vino los parecía más adecuado por una orden religiosa: «es bíblico y señala Jesús». Las monjas, con la ayuda de la asociación de productores locales, esperan poder dar salida a las botellas de vino que les han sobrado y, probablemente, poder continuar elaborando en el futuro.